Tribuna:CAPACITACIÓN PEDAGÓGICA | APUNTES

El máster de la discordia

Todo parece indicar que, finalizada la batalla de la LOE con el nombramiento de una ministra afín, el poderoso lobby de las Facultades de Educación (FE) en el MEC que lidera el Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, aprovechará la adaptación de las universidades al Espacio Europeo de Educación Superior para controlar la formación del profesorado en todos los niveles del sistema educativo. Por lo que se refiere al profesorado de secundaria, esa sería la consecuencia más inmediata de la puesta en marcha del "Máster de Profesorado de Educación Secundaria", única puerta de entr...

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Todo parece indicar que, finalizada la batalla de la LOE con el nombramiento de una ministra afín, el poderoso lobby de las Facultades de Educación (FE) en el MEC que lidera el Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, aprovechará la adaptación de las universidades al Espacio Europeo de Educación Superior para controlar la formación del profesorado en todos los niveles del sistema educativo. Por lo que se refiere al profesorado de secundaria, esa sería la consecuencia más inmediata de la puesta en marcha del "Máster de Profesorado de Educación Secundaria", única puerta de entrada a dicha profesión, cuyas directrices (http://www.crue.org/) fueron propuestas por el MEC el pasado mes de marzo.

Las facultades de Educación controlarán la formación de los docentes de Secundaria

Empezaré comentando brevemente dicho documento, que justifica así el máster: "La formación del profesorado de educación secundaria viene arrastrando deficiencias estructurales y organizativas desde los primeros pasos dados, a principios de la década de 1970, con la implantación del Curso de Aptitud Pedagógica (CAP), estructurado al margen de las enseñanzas universitarias regladas". Se critica, pues, la estructura del CAP, mientras se pretende ignorar que sucesivas generaciones de aspirantes a funcionarios docentes han considerado los contenidos ajenos a la especialidad elegida y su docencia plúmbeos, hipertrofiados y, además, teóricos al desconocer sus profesores, de primera mano, la realidad de las aulas. Pues bien, el documento asigna a tales materias -maquilladas bajo nombres tan atractivos como "aprendizaje y desarrollo de la personalidad", "procesos y contextos educativos", "sociedad, familia y educación" o "innovación docente e iniciación a la investigación educativa"- nada menos que 24 créditos ECTS (equivalentes a 240 horas en el aula y otras 360 de trabajo estimado fuera de ella) de los 60 créditos (el equivalente a un año estudios de universitarios) que deberán superar quienes hayan cursado el grado o licenciatura correspondiente a la especialidad elegida. Un síntoma de que el máster ofrece, en estos temas, más de lo mismo es la inusitada recomendación del MEC de "evitar que las enseñanzas se basen, esencialmente, en docencia no presencial" (que es lo que acabó haciéndose en el CAP con estas materias). Los 36 créditos ECTS restantes se dividen a partes iguales entre "formación disciplinar" (cuya principal fuente bibliográfica bien podría ser la revista Muy Interesante), "el aprendizaje y la enseñanza de las materias de la especialidad y afines" y un "practicum". Por lo que se refiere a los alumnos que no hayan cursado el grado o la licenciatura en la especialidad elegida, la propuesta del MEC establece que se deberá "garantizar la correcta adquisición de los conocimientos y competencias propias del título" mediante la superación del número de créditos que establecerá, para cada uno de ellos, el órgano responsable del máster (una de las FE, naturalmente), sin que dicho número pueda exceder de 60.

Sus razones han tenido las Conferencias de Decanos de las Facultades de Ciencias y de Letras (FCL) para alzar voces de alarma. En efecto, como pocos de sus futuros egresados querrán ver cerrada la puerta de acceso a la salida profesional tradicional de sus licenciaturas, muchos postgrados de las FCL se extinguirán -si es que nacen- por falta de alumnos. Y más adelante, cuando los aspirantes a profesores de secundaria constaten que pueden alcanzar su meta por dos caminos de desigual dificultad, el grado en la especialidad y el grado en magisterio (más los pocos créditos adicionales que establezcan las FE), las FCL también sufrirán una pérdida considerable de alumnos de grado. No creo que la previsible resistencia de la CRUE a los designios del MEC evite la OPA hostil de las FE sobre las FCL.

Todo esto sería una mera batalla de intereses corporativos si no tuviera consecuencias sobre la formación de nuestros jóvenes. La pregunta clave es: ¿puede enseñarse bien una materia que se ignora o se conoce mal? Si el lector cree que no, ya puede ir preocupándose por el futuro de la educación en España.

Miguel A. Goberna es catedrático de Estadística e Investigación Operativa en la Universidad de Alicante.

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