Columna

La salud

Vaya por Dios: ahora resulta que consumir pescado azul tampoco mejora la salud, y que las famosas grasas omega 3, que hasta hace dos días eran el no va más de las sustancias beneficiosas, no parecen servir para gran cosa. Es más, por no saber ni siquiera saben si hincharse de omega 3 puede acabar siendo perjudicial. Éstas son al menos las conclusiones de un gran ensayo clínico recientemente publicado, en el que se han revisado 89 estudios anteriores. En esto de las certidumbres sanatorias llevamos una temporada calamitosa. Hace poco una investigación dictaminó que, contrariamente a lo que se c...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Vaya por Dios: ahora resulta que consumir pescado azul tampoco mejora la salud, y que las famosas grasas omega 3, que hasta hace dos días eran el no va más de las sustancias beneficiosas, no parecen servir para gran cosa. Es más, por no saber ni siquiera saben si hincharse de omega 3 puede acabar siendo perjudicial. Éstas son al menos las conclusiones de un gran ensayo clínico recientemente publicado, en el que se han revisado 89 estudios anteriores. En esto de las certidumbres sanatorias llevamos una temporada calamitosa. Hace poco una investigación dictaminó que, contrariamente a lo que se creía, una dieta rica en fibra y verduras no ayuda a combatir las cardiopatías ni el cáncer, y unas semanas después otro trabajo médico estableció que los suplementos de calcio apenas sí funcionan contra la osteoporosis. O sea, que estamos jeringados. Si de verdad no existen alimentos mágicos que puedan garantizarnos la eternidad, a lo peor no vamos a tener más remedio que morir algún día. Y, encima, tras haber masticado pastillas de calcio todas las mañanas cual rumiantes, y habernos empapuzado durante años de yogures, leches y demás productos artificiales y asquerosamente enriquecidos con cualquier porquería supuestamente salutífera (lo cual, por añadidura, eleva el precio).

No se puede confiar en los estudios de este tipo. Recuerdo que hace años salieron unos informes demostrando lo buenísimo que era el aceite de soja y lo nefasto que era el de oliva. Tiempo después, fue el aceite de oliva el que se convirtió en una maravilla curalotodo. Se dijo que los primeros informes habían sido pagados por los productores de soja y, francamente, esto es lo mínimo que una puede sospechar ante tantas investigaciones contradictorias: que estén hechas, al menos en su mayor parte, al dictado y por encargo de algún interés económico. Y no se trata sólo de fruslerías alimenticias más o menos inocuas. Porque, por ejemplo, ¿no resulta raro que se siga comprando a espuertas el Tamiflu (el antiviral contra la gripe aviar) cuando al parecer no sirve de nada? Los ciudadanos somos crédulos conejillos de indias y lo aguantamos todo. Puede que no fuéramos tan tontos si no estuviéramos tan desesperadamente empeñados en no morirnos.

Archivado En