Editorial:

Dos años después

Un aniversario de una carnicería tan salvaje como la del 11-M debería ser objeto sobre todo para el recuerdo de las víctimas y el respeto a sus familiares antes que para la exhibición de la división partidista y de la desconfianza en la investigación sobre la barbarie. Hoy se cumplen dos años del atentado, que causó 191 muertos y más de 1.500 heridos, el mayor en la historia de nuestro país. Por expreso deseo de los familiares, las celebraciones no tendrán la magnitud del año pasado, porque no quieren ahondar en la herida. Sin embargo, el ambiente continúa muy cargado. El Partido Popular sigue...

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Un aniversario de una carnicería tan salvaje como la del 11-M debería ser objeto sobre todo para el recuerdo de las víctimas y el respeto a sus familiares antes que para la exhibición de la división partidista y de la desconfianza en la investigación sobre la barbarie. Hoy se cumplen dos años del atentado, que causó 191 muertos y más de 1.500 heridos, el mayor en la historia de nuestro país. Por expreso deseo de los familiares, las celebraciones no tendrán la magnitud del año pasado, porque no quieren ahondar en la herida. Sin embargo, el ambiente continúa muy cargado. El Partido Popular sigue tratando de instrumentar cualquier incógnita insuficientemente aclarada, sin renunciar a la conspiración islamista-etarra en contra de todas las evidencias acumuladas en la instrucción sumarial. Por cierto, ¿cómo hace compatible el PP su insinuación de que ETA pudo estar detrás del 11-M con su reiterada proclamación de que ETA era una organización derrotada por Aznar a la que Zapatero ha resucitado?

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Al margen de los retrasos que puedan haberse producido en la instrucción de este voluminoso caso, es preciso hacer un depósito de confianza en las conclusiones de la justicia frente a la lunática investigación paralela que continúa desarrollando algún medio de comunicación, jaleado sistemáticamente por el principal grupo de la oposición, que trata de darle cobertura parlamentaria. El portavoz del PP ya se ha apresurado a pedir la comparecencia del Gobierno en el pleno del Parlamento, o en la Comisión de Secretos Oficiales, para que aclare las últimas revelaciones publicadas por un periódico sobre las conexiones entre los autores de la matanza y dos presos etarras. Es de suma gravedad insinuar que algunos agentes habrían fabricado pruebas falsas, extremo que ha sido desmentido por la Dirección General de la Policía.

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El juez Del Olmo hará público a principios de abril el auto de procesamiento contra más de un tercio de las 116 personas acusadas, con el fin de que el juicio pueda celebrarse el año que viene. El juez ha comprendido finalmente que por muy complicada que sea su investigación, que acumula ya 80.000 folios, ésta no puede dilatarse más tiempo. Cuanto más se retrase el cierre del sumario más espacio habrá para la contaminación política. La realidad actual dice que las últimas pesquisas policiales reafirman que no existe hasta la fecha indicio alguno para relacionar a ETA con la masacre. El juez instructor sostiene que el 11-M formaba parte de la "estrategia salafista y yihadista" del "terrorismo internacional" y que los autores del crimen integraban "una estructura ramificada", con enlaces locales en España, Francia, Bélgica e Italia, destinada a cometer atentados indiscriminados y a captar adeptos para ser enviados a zonas de conflicto como Irak. Ésos son los hechos, como también lo son, según concluyó la comisión parlamentaria, la mala gestión y manipulación informativa del Gobierno de Aznar tras el atentado, la subestimación de la amenaza islamista y la pésima coordinación de la policía.

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