Reportaje:Dos años de la matanza de Madrid

Heridas abiertas

Dos años después, las víctimas no han conseguido olvidar

Han pasado dos años desde los atentados del 11-M, pero para las víctimas, tanto las que padecieron en sus cuerpos el efecto de las explosiones como las que perdieron a un ser querido en los trenes, muy pocas cosas han cambiado. El dolor y el trauma siguen vivos. Si acaso, han aparecido nuevos miedos, y la indignación por sentirse manipulados, por ser moneda de cambio de los partidos políticos. "Nos han utilizado miserablemente", se lamenta uno de los afectados.

Las víctimas aseguran que los antidepresivos, los tratamientos psicológicos y los psiquiátricos ayudan, pero no es bastante. Sa...

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Han pasado dos años desde los atentados del 11-M, pero para las víctimas, tanto las que padecieron en sus cuerpos el efecto de las explosiones como las que perdieron a un ser querido en los trenes, muy pocas cosas han cambiado. El dolor y el trauma siguen vivos. Si acaso, han aparecido nuevos miedos, y la indignación por sentirse manipulados, por ser moneda de cambio de los partidos políticos. "Nos han utilizado miserablemente", se lamenta uno de los afectados.

Las víctimas aseguran que los antidepresivos, los tratamientos psicológicos y los psiquiátricos ayudan, pero no es bastante. Sacarse de la cabeza un trauma como aquel será casi imposible para muchos de ellos. Las familias y los amigos intentan apoyarles, pero en muchas ocasiones se sienten incomprendidos. "Sólo las víctimas entendemos lo que pasó allí", subrayan para explicar por qué en ocasiones deciden no dar más explicaciones cuando les preguntan. "La sociedad pasa de desgracias, prefiere mirar para otro lado, pero yo no puedo hacer eso porque a mí me tocó", resume una de las víctimas. Algunos todavía no han cobrado las indemnizaciones que les corresponden, y se quejan de que a la Administración le ha faltado tacto en el trato, y que les han ido rebotando de una ventanilla a otra.

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Todos temen que lleguen estas fechas. El primer aniversario ya fue malo, y están seguros de que éste va a ser igual. Prefieren no volver a ver en la televisión los trenes reventados. Han pasado ya dos años, pero las heridas siguen en carne viva.

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