Crónica:CATÁSTROFE EN EL MAR ROJO

"¡Tanta gente en un barco tan viejo!"

Los familiares de los fallecidos denuncian la precariedad de la nave y la desinformación que sufren por parte de las autoridades egipcias

Desinformación, llantos y una remota esperanza. Ése era el panorama entre los grupos de familiares que se arremolinaban ante las oficinas de las autoridades de Safaga, la ciudad portuaria en la que el barco Al Salam Boccaccio 98 tenía que haber llegado a las tres de la madrugada de ayer (una hora menos en la España peninsular) con sus 1.272 pasajeros y 96 tripulantes. Safaga es un lugar de paso de apenas 10.000 habitantes. Allí paran los ferries, que transportan peregrinos de La Meca o bien trabajadores inmigrantes. Los pocos turistas que pasan por Safaga lo hacen de camino a El ...

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Desinformación, llantos y una remota esperanza. Ése era el panorama entre los grupos de familiares que se arremolinaban ante las oficinas de las autoridades de Safaga, la ciudad portuaria en la que el barco Al Salam Boccaccio 98 tenía que haber llegado a las tres de la madrugada de ayer (una hora menos en la España peninsular) con sus 1.272 pasajeros y 96 tripulantes. Safaga es un lugar de paso de apenas 10.000 habitantes. Allí paran los ferries, que transportan peregrinos de La Meca o bien trabajadores inmigrantes. Los pocos turistas que pasan por Safaga lo hacen de camino a El Cairo, Luxor y Asuán.

Durante las horas, cada quien soportaba la ansiedad como podía. "Nadie nos ha dicho nada. Esto es insoportable", lamentaba Said Alí Said, quien llegaba a Safaga en búsqueda de noticias sobre su primo, Sabé Hamdi Chahine, de 27 años, empleado en Kuwait. "Que sólo me digan si está vivo o muerto". "Cuando encendí la radio esta mañana, ¡menudo susto! Enseguida me vine aquí", comentó Said.

"No se espera que haya muchos supervivientes", dijo una fuente próxima a los equipos de rescate
"Que sólo me digan si está vivo o muerto", reclamaba el familiar de un pasajero
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"¡Decidnos la verdad!", exigía un pequeño grupo de personas a quienes la policía intentó en vano repeler. "No sé nada, estoy harto, pero voy a pasar la noche aquí", comentaba Abdel Azem, que llegaba desde la localidad de Sohag, en la provincia del Alto Egipto. Azem venía a buscar a su sobrino Mahmud Ahmad, de 30 años, quien también trabajaba en Kuwait. Incontables horas después de la tragedia, los familiares seguían a la espera de noticias.

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Otros protestaban por las condiciones del barco. "¿Cómo pudieron meter a todos esos pasajeros en un barco tan viejo y que no estaba en condiciones de navegar", declaró a la cadena británica BBC Ahmed Abdul Hamid, pariente de un pasajero del transbordador.

El general Mahfouz Taha, jefe de las autoridades portuarias del mar Rojo, declaró que las operaciones de rescate continuarían durante toda la noche y el día mientras hubiese esperanzas de encontrar más sobrevivientes. Pero otra fuente próxima al responsable de las operaciones de rescate indicó: "No se espera que haya muchos sobrevivientes, porque ya ha pasado demasiado tiempo desde que el barco se hundió".

En el hospital de Safaga, algo retirado del puerto, las familias se seguían aglomerando anoche, entre resignadas y ansiosas. Taha les había explicado que el grueso de los supervivientes y los cuerpos rescatados llegarían de un momento a otro al puerto.

"Safaga es horrorosa", informa Toni Nodales, quien organiza viajes turísticos a Egipto para la empresa Agama, de Barcelona. "Los únicos que pueden sacar un poco de provecho de la zona son los incondicionales del buceo", añade. Nodales explica que allí viven también militares, una presencia que data de 1967, desde la guerra de los Seis Días con Israel.

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