Crítica:ESTRENOS | 'Volando voy' y 'Sud-Express'

Cachorro callejero

Alberto Rodríguez ha demostrado esta temporada con 7 vírgenes que el cine español actual es capaz de adentrarse en el mundo de la delincuencia juvenil con verdad, rigor y exigencia. Como ya lo habían hecho en el pasado grandes como Buñuel o Saura. Sus chicos de barrio dan pena y miedo a un tiempo, o quizá consecutivamente, sin un orden concreto, lo que produce aún más terror. Una gran selección y una estupenda dirección de actores hizo que nos olvidáramos de los rabiosos pero muy discretos acercamientos al tema de gente como José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, donde sus ...

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Alberto Rodríguez ha demostrado esta temporada con 7 vírgenes que el cine español actual es capaz de adentrarse en el mundo de la delincuencia juvenil con verdad, rigor y exigencia. Como ya lo habían hecho en el pasado grandes como Buñuel o Saura. Sus chicos de barrio dan pena y miedo a un tiempo, o quizá consecutivamente, sin un orden concreto, lo que produce aún más terror. Una gran selección y una estupenda dirección de actores hizo que nos olvidáramos de los rabiosos pero muy discretos acercamientos al tema de gente como José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, donde sus toretes, vaquillas y perros callejeros daban sensación de realismo hasta que abrían la boca y comenzaban a actuar. Con Volando voy, nueva película de Miguel Albaladejo, volvemos a aquellos malos tiempos por culpa de una falta de exigencia con la interpretación de muchos de sus actores secundarios (y no sólo los que se meten en la piel de los delincuentes) que lleva a que numerosas secuencias se vengan abajo.

VOLANDO VOY

Dirección: Miguel Albaladejo. Intérpretes: Borja Navas, Fernando Tejero, Mariola Fuentes, Àlex Casanovas. Género: drama. España, 2005. Duración: 105 minutos.

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Además, Albaladejo nunca encuentra el tono adecuado para guiar las peripecias de su protagonista, El Pera, deambulando entre el drama social (donde precisamente consigue sus momentos más satisfactorios), la comedia costumbrista (las más que fallidas secuencias en el colegio), el chiste sin gracia (el risible asunto con el loro equivocado) y hasta una persecución por las estrechísimas calles de Toledo que parece de dibujos animados por culpa de la errónea decisión del director de variar la velocidad de sus fotogramas para otorgar más rapidez al coche. Demasiado explicativa y un tanto discursiva, Volando voy cuenta una historia que se antoja apasionante y que en algún momento aislado lo es, pero que queda sepultada por demasiados altibajos de escritura, de dirección y de interpretación.

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