OPINIÓN DEL LECTOR

Una perra en la carretera

La madrugada del día 1 de enero, entre los kilómetros 22 y 23 de la antigua nacional de Burgos (E-5 A-1) estuvimos a punto de atropellar a una perra cruce de pastor alemán que caminaba por uno de los dos carriles. Lo mismo les ocurrió a los coches que circulaban detrás, que tuvieron que modificar bruscamente su trayectoria para impedir la colisión. Decidimos hacer un cambio de sentido e intentar coger al animal o al menos sacarlo de la carretera.

No pudimos porque, asustada y deslumbrada, la perra se mostraba agresiva; sin embargo, su miedo la llevó a tumbarse al lado de nuestro coche y...

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La madrugada del día 1 de enero, entre los kilómetros 22 y 23 de la antigua nacional de Burgos (E-5 A-1) estuvimos a punto de atropellar a una perra cruce de pastor alemán que caminaba por uno de los dos carriles. Lo mismo les ocurrió a los coches que circulaban detrás, que tuvieron que modificar bruscamente su trayectoria para impedir la colisión. Decidimos hacer un cambio de sentido e intentar coger al animal o al menos sacarlo de la carretera.

No pudimos porque, asustada y deslumbrada, la perra se mostraba agresiva; sin embargo, su miedo la llevó a tumbarse al lado de nuestro coche y quedarse con nosotros. Llamamos al 112 y nos enviaron una patrulla de la Policía Municipal de San Sebastián de los Reyes. Rápidamente estuvieron allí, tan rápido como se marcharon alegando que no había servicio de recogida de animales esa noche. En pocos minutos estábamos incrédulos y otra vez a cargo de la perra y con la responsabilidad de evitar un grave accidente, a las 5.30 en una carretera sin iluminación.

Contar cómo sucedió todo sería largo, en resumen, dos largas llamadas al 112, varias conversaciones con la Guardia Civil de Tráfico y otras varias de nuevo con la Policía Municipal. ¿Resultado? A las 5.20 despertábamos a la presidenta de Amnistía Animal Madrid, que a las 6.05 acudía al lugar. Volvemos a llamar a ambos cuerpos de seguridad solicitando ayuda para señalizar correctamente la zona y evitar que fuéramos nosotros los que provocáramos el accidente. ¿Resultado? No es competencia de nadie.

Unos y otros nos invitan a denunciar en comisaría al otro cuerpo de seguridad y nos dan las buenas noches. Finalmente, ambos cuerpos se comprometen a mandar una patrulla "cuando puedan". A las 7.15 conseguimos acorralar a la perra un kilómetro más adelante en los jardines de una fábrica gracias a la colaboración de los vigilantes.

La Dirección General de Tráfico (DGT) nos deja claro que no pueden conducir por nosotros, pero parece que unos espontáneos que pasaban por allí y personas que trabajan para una ONG y que están durmiendo en sus casas a 40 kilómetros de allí sí pueden hacer el trabajo de nuestros cuerpos de seguridad. Indignante.

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