Reportaje:

Vuelve la ronda nocturna

Vitoria estrena un cuerpo de serenos para dar más seguridad a las calles

Blanca Alonso poco podía imaginar que la estabilidad laboral le iba a llegar pasada la cincuentena trabajando en el cuerpo de serenos; a ella, que bajar la basura de casa a las diez de la noche ya le da "una pereza tremenda". "Quién me lo iba a decir. A los 54 años y me pongo a hacer la calle, pero así es la vida", dice con una mezcla de resignación y alegría por tener un trabajo estable.

Blanca es una de los 12 serenos (siete mujeres y cinco varones) que estrenó Vitoria durante la madrugada del martes. Un oficio que parecía relegado a la historia y que renace 38 años después de que el ...

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Blanca Alonso poco podía imaginar que la estabilidad laboral le iba a llegar pasada la cincuentena trabajando en el cuerpo de serenos; a ella, que bajar la basura de casa a las diez de la noche ya le da "una pereza tremenda". "Quién me lo iba a decir. A los 54 años y me pongo a hacer la calle, pero así es la vida", dice con una mezcla de resignación y alegría por tener un trabajo estable.

Blanca es una de los 12 serenos (siete mujeres y cinco varones) que estrenó Vitoria durante la madrugada del martes. Un oficio que parecía relegado a la historia y que renace 38 años después de que el último sereno recorriera las calles de la capital alavesa. Pero, a diferencia del pasado, ahora los serenos no tendrán que abrir el portal a los vecinos despistados que se han olvidado las llaves. Su principal misión es dar seguridad.

Blanca inició su ronda por el Casco Viejo a las diez de la noche. Acompañada de Geli Barragans, una serena de Gijón que junto con otros compañeros asesora a sus homólogos vitorianos, revisó cada portal y cada comercio para ver si había alguna puerta o ventana abiertas, alguna luz encendida o algo extraño. Las primeras horas fueron las más amenas, por la novedad del estreno y porque había gente por la calle. Pero a partir de las doce el panorama cambió. La ciudad se sumió en la calma y el silencio se hizo más ostensible aún en el casco medieval. "La noche no me intimida. He vivido muchas experiencias. Trabajé siete años en el albergue [municipal] como guarda. Casi conozco a todo el tipo de gente que me puedo encontrar por la noche", comenta resuelta Blanca mientras entra en un portal abierto para dejar una nota sobre la incidencia y cerrarlo. Fue una de las 89 actuaciones contabilizadas en la primera jornada de los serenos.

Afirma que su mayor miedo no es a la nocturnidad, sino a no no poder físicamente con el trabajo. "Son 54 años y ocho horas en la calle es duro", dice. Según los cálculos de los serenos de Gijón, en una noche de ronda se hacen más de 20 kilómetros.

La serena Blanca Alonso, armada únicamente con un emisor-receptor, consulta su hoja de ruta durante su primera ronda nocturna.L. RICO
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