Reportaje:EL MAGREB

Argelia recupera el tiempo perdido

Argelia recupera a marchas forzadas el tiempo perdido durante la década infernal de los noventa. Los golpes que le asestó el terrorismo islamista -que se cobró 150.000 muertos, según el presidente, Abdelaziz Buteflika- detuvieron el crecimiento; destruyeron infraestructuras, por valor de 30.000 millones de dólares, y fomentaron aún más la emigración. La paz no ha vuelto del todo a Argelia. Persiste lo que las autoridades llaman un "terrorismo residual". Pero el crecimiento económico sí alcanza un ritmo sostenido que podría rondar este año el 8%, cuadruplicando al de Marruecos. La delegación de...

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Argelia recupera a marchas forzadas el tiempo perdido durante la década infernal de los noventa. Los golpes que le asestó el terrorismo islamista -que se cobró 150.000 muertos, según el presidente, Abdelaziz Buteflika- detuvieron el crecimiento; destruyeron infraestructuras, por valor de 30.000 millones de dólares, y fomentaron aún más la emigración. La paz no ha vuelto del todo a Argelia. Persiste lo que las autoridades llaman un "terrorismo residual". Pero el crecimiento económico sí alcanza un ritmo sostenido que podría rondar este año el 8%, cuadruplicando al de Marruecos. La delegación del Fondo Monetario Internacional que visitó el país hizo, en octubre, un primer balance de su evolución. "El crecimiento económico real debería de situarse alrededor del 5%, la inflación sigue estando bajo control y cabe esperar que el índice de paro continúe retrocediendo", reza el comunicado que publicó.

Se teme que la bonanza económica incite a diferir reformas necesarias a las que se resiste la inmensa burocracia estatal, fruto del antiguo partido único

La actual bonanza tiene mucho que ver con el alza del precio de los hidrocarburos, de los que Argelia es el segundo exportador del mundo árabe -1,4 millones de barriles diarios y 100.000 millones de metros cúbicos de gas-, después de Arabia Saudí. Es también el primer proveedor energético de España porque, en teoría, el 60% del gas que se consume -en realidad ese porcentaje es ligeramente más alto- es argelino.

Gracias al aumento del precio del crudo, Argelia dispondrá a fin de año de unas reservas de divisas que alcanzarán los 55.000 millones de dólares. Nunca, desde su independencia de Francia, las arcas del Estado han estado tan repletas. Este maná petrolero le está sirviendo para rembolsar anticipadamente su deuda. También lo aprovechará para gastarse, de aquí a 2009, unos 55.000 millones de dólares en una especie de plan Marshall autóctono para edificar viviendas sociales, mejorar la red ferroviaria, construir el metro de Argel o agilizar el funcionamiento de la justicia.

Este dinamismo impulsa el comercio y atrae además la inversión extranjera en proporciones nunca vistas. El año pasado casi se triplicó, con relación a 2003, alcanzando los 3.500 millones de dólares, y, por primera vez, no estuvo al cien por cien concentrada en el sector de los hidrocarburos. El capital extranjero empieza, por ejemplo, a interesarse por las empresas públicas privatizadas.

Además de la modernización de infraestructuras, Argelia tiene un montón de tareas pendientes, desde la del obsoleto sector bancario hasta la mejora del marco institucional, para que el sector privado pueda desarrollarse y generar empleo. Algunos de los hombres de negocios y de los diplomáticos acreditados en Argel temen que la actual bonanza incite a diferir reformas necesarias a las que se resiste esa inmensa burocracia estatal crecida al amparo del antiguo partido único. El acuerdo de asociación con la UE, que entró en vigor este año -con casi una década de retraso con relación a Túnez o Marruecos- puede ser un estímulo para no pararse en el camino.

En el ámbito político todo va mucho más retrasado, casi está en marcha atrás. Desde 1999, cuando Abdelaziz Buteflika obtuvo su primer mandato como presidente, los civiles, con el jefe del Estado a la cabeza, han ido poco a poco afianzando su poder frente a la jerarquía militar que se adueñó del Estado durante la guerra civil larvada que padeció Argelia. En el verano de 2004, Buteflika empezó a remodelar con mano izquierda la cúpula castrense.

Poco antes había sido reelegido presidente, por una muy holgada mayoría, y aquellas elecciones fueron de las más libres que se recuerdan en el mundo árabe. En septiembre pasado, Buteflika sometió a referéndum una Carta para la paz y la reconciliación nacional, muy criticada por las ONG de derechos humanos y algunos partidos políticos. No pudieron hacer campaña en contra y la carta fue aprobada, con un 82% de participación, por un 97% de los votantes. A juzgar por lo vacíos que estuvieron los colegios electorales, el resultado anunciado no se corresponde del todo con la realidad.

Obras de construcción del gasoducto Argel-Madrid.

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