Reportaje:

El final del túnel diagnóstico

Las nuevas PET-TAC ganan en precisión y rapidez, pero se reservan como última prueba por su elevado precio

El diagnóstico médico puede convertirse a veces en un largo y oscuro túnel de pruebas para llegar a las más resolutivas. De las modernas técnicas de diagnóstico por la imagen, la tomografía por emisión de positrones (conocida como PET, según el acrónimo en inglés) es la más novedosa pero también la más cara y de uso más restringido, por lo que se reserva como última y definitiva prueba diagnóstica. En España hay sólo una treintena de equipos y cada prueba cuesta unos 1.200 euros.

Esta combinación de precisión diagnóstica y uso limitado origina a veces situaciones paradójicas. "La técnic...

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El diagnóstico médico puede convertirse a veces en un largo y oscuro túnel de pruebas para llegar a las más resolutivas. De las modernas técnicas de diagnóstico por la imagen, la tomografía por emisión de positrones (conocida como PET, según el acrónimo en inglés) es la más novedosa pero también la más cara y de uso más restringido, por lo que se reserva como última y definitiva prueba diagnóstica. En España hay sólo una treintena de equipos y cada prueba cuesta unos 1.200 euros.

Esta combinación de precisión diagnóstica y uso limitado origina a veces situaciones paradójicas. "La técnica PET sustituye hasta una decena de pruebas, algunas cruentas e invasivas. En la sanidad pública española, para acceder a un diagnóstico con cámara PET es preciso haber pasado antes por una TAC (tomografía axial computerizada). Lo más habitual es someter al paciente a todo tipo de pruebas y, cuando todo ha fallado, se recurre a la PET. Si en muchos casos se fuese directamente a la PET, se evitarían otras muchas pruebas y con eso no sólo se evitarían gastos al sistema sanitario y tiempo al personal, sino también sufrimiento al paciente", explica José Luis Carreras, jefe del servicio de Medicina Nuclear del Clínico San Carlos de Madrid, que introdujo la PET en España en 1995.

José Manuel Llamas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Nuclear, coincide al advertir de que las aplicaciones de PET "son muy limitadas en España y desiguales en función de cada comunidad autónoma". Y señala que en el 90% de los casos se aplican en pacientes oncológicos y el resto en ciertos procesos cerebrales (epilepsia) y cardiológicos.

Pero lo último, desde hace dos años, ya no es la PET, sino la combinación de las técnicas PET y TAC en un solo aparato, que supone un gran avance en cuanto a "la reducción a la mitad del tiempo de exploración, que antes era de 30 a 60 minutos, y a una mayor precisión en la localización y diferenciación de las lesiones", según Carreras. En España hay una decena de equipos (la mitad de ellos en clínicas privadas), pero los antiguos PET han dejado de fabricarse y ahora todos los nuevos aparatos que se instalan son ya PET-TAC.

Las diferencias entre una prueba y otra, explica Carreras, es que mientras "la TAC aporta información anatómica y estructural" del órgano examinado, "la PET informa de su actividad metabólica y bioquímica y de cómo actúan los fármacos de contraste o sustancias radiactivas que se introducen por vía endovenosa, oral o inhalada".

En el Sistema Nacional de Salud español existen estas técnicas, especialmente la PET, en un número limitado de hospitales, según señala Carreras, y sus indicaciones son por el momento muy restringidas. La TAC permite obtener imágenes de pequeños vasos sanguíneos, por lo que es de gran utilidad en distintos procesos vasculares cardiacos y cerebrales.

Esta prueba de rayos X de alta sensibilidad es además muy fiable en la localización de pequeños tumores o metástasis de menos de cinco milímetros de diámetro. Se emplea también como tratamiento percutáneo mínimamente invasivo de la patología oncológica, al ayudarse de sondas y agujas que a través de la piel van a destruir el tejido canceroso.

José Luis Carreras, especialista en diagnóstico por tomografía por emisión de positrones del hospital Clínico de Madrid.LUIS MAGÁN

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