Tauro se come a Orión, una operación en clave

Las grandes operaciones empresariales suelen generar su propia leyenda. Tienen muchos precedentes por delante. Tomas de contacto, muestra de interés, marchas atrás, enfriamiento de relaciones, amagos, faroles... Al final, se precipitan y suelen rematarse en muy poco tiempo y por pocas personas. La compra de O2 no ha sido la excepción. Pese a que se trata de la mayor operación de la historia empresarial española, se cerró en apenas dos semanas, unos cuantos viajes a Londres, y un fin de semana en Madrid.

El grupo de negociadores finales por parte de Telefónica estaba el presidente, César...

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Las grandes operaciones empresariales suelen generar su propia leyenda. Tienen muchos precedentes por delante. Tomas de contacto, muestra de interés, marchas atrás, enfriamiento de relaciones, amagos, faroles... Al final, se precipitan y suelen rematarse en muy poco tiempo y por pocas personas. La compra de O2 no ha sido la excepción. Pese a que se trata de la mayor operación de la historia empresarial española, se cerró en apenas dos semanas, unos cuantos viajes a Londres, y un fin de semana en Madrid.

El grupo de negociadores finales por parte de Telefónica estaba el presidente, César Alierta y el director general de Finanzas, Santiago Fernández Valbuena, así como un representante de Goldman Sachs.

La mayor parte de las negociaciones se llevaron a cabo en Londres, porque Telefónica pretendía salvaguardar estrictamente la confidencialidad de la operación. No quería que se repitiera lo sucedido en verano cuando se airearon las negociaciones mantenidas con Deutsche Telekom y KPN, para una posible venta, que finalmente no fructificaron.

Por eso intentaron rodear la operación con claves más propias del mundo de los espías que del financiero. La primera precaución que tomaron fue dar nombres en clave a las compañías en los documentos que se intercambiaron durante las menos de dos semanas que duraron las negociaciones.

Y se fijó que O2 se llamaría Orión, el temido cazador de la mitología antigua que ha dado nombre a una brillante nebulosa. Y a Telefónica, que en esta ocasión ejercía de cazador, ¿qué nombre ponerle? Pues Tauro, pero no en honor al personaje mitológico en forma de toro que el dios Zeus adoptó para poder seducir a Europa y del que nacería el Minotauro, sino porque Tauro es el signo zodiacal de Alierta. Los tauro, y como se puede leer en cualquier manual zodiacal, se caracterizan por su perseverancia hasta conseguir lo que se proponen. Y si son maños....

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