La editorial Visor saca a la calle un facsímil de la primera edición de 'A la pintura', de Rafael Alberti
La editorial Visor ha publicado una edición facsímil con 800 ejemplares numerados de la primera edición de A la pintura, de Rafael Alberti, realizada en Buenos Aires por la editorial Losada en el año 1948. El libro, que el poeta gaditano dedicó a Pablo Picasso, comienza con un poema titulado 1917, escrito en cuartetos de rima consonante y dividido en tres partes. La primera describe el primer contacto de Alberti con la pintura: "Mil novecientos diecisiete. / Mi adolescencia: la locura / por una caja de pintura, / un lienzo en blanco, un caballete".
El libro continúa con la famosa...
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La editorial Visor ha publicado una edición facsímil con 800 ejemplares numerados de la primera edición de A la pintura, de Rafael Alberti, realizada en Buenos Aires por la editorial Losada en el año 1948. El libro, que el poeta gaditano dedicó a Pablo Picasso, comienza con un poema titulado 1917, escrito en cuartetos de rima consonante y dividido en tres partes. La primera describe el primer contacto de Alberti con la pintura: "Mil novecientos diecisiete. / Mi adolescencia: la locura / por una caja de pintura, / un lienzo en blanco, un caballete".
El libro continúa con la famosa colección de poemas dedicados a grandes maestros de la historia del arte como Giotto, Piero de la Francesca, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Rafael, Tiziano, Rubens, Zurbarán, Velázquez, Delacroix o Van Gogh, y concluye con un poema dedicado a Picasso, al que le unía una fuerte amistad y una idea similar sobre el arte. En un dibujo que el malagueño realizó especialmente para el poeta puede leerse la siguiente dedicatoria: "Del poeta Pablo Picasso, para el pintor Rafael Alberti".
Desde los años infantiles de El Puerto de Santa María en los que comenzó a pintar los barcos que recorrían sus costas, Alberti estuvo siempre ligado de una u otra manera a la pintura. Su primera exposición se llevó a cabo en Madrid en 1920. En la muestra, instalada en el Salón Nacional de Otoño, se mostraban obras del gaditano y de Vázquez Díaz. Alberti había llegado a la capital del país pocos años antes, en 1917, a causa de un cambio de residencia forzado por la situación laboral de su padre.
La ausencia del mar y de la brisa que le ofrecía la costa de Cádiz se llenó de otros descubrimientos que fascinaron al joven poeta. Uno de esos momentos es el primer encuentro con el Museo del Prado, que Alberti recuerda en el tercer poema de A la pintura con versos como éstos: "¡El Museo del Prado! ¡Dios mío! Yo tenía / pinares en los ojos y alta mar todavía / con un dolor de playas de amor en un costado, / cuando entré al cielo abierto del Museo del Prado!".