Crítica:

Los españoles de Oriente

En los trabajos históricos se da con frecuencia una pleamar y una bajamar. A cualquier gran aportación, o no tan grande, le llega la hora de la revisión hasta dejarla como un acerico. Puede tratarse del caso de la botella medio llena o medio vacía; si miramos la parte superior del receptáculo argumentamos una cosa; si la inferior, otra muy distinta. En una perspectiva que podríamos calificar de revisionista pero de los tópicos, medias verdades y generalizaciones abusivas, tan corrientes en obras de divulgación, podría hablarse de un cierto revisionismo no militante o mejor de rectificacionismo...

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En los trabajos históricos se da con frecuencia una pleamar y una bajamar. A cualquier gran aportación, o no tan grande, le llega la hora de la revisión hasta dejarla como un acerico. Puede tratarse del caso de la botella medio llena o medio vacía; si miramos la parte superior del receptáculo argumentamos una cosa; si la inferior, otra muy distinta. En una perspectiva que podríamos calificar de revisionista pero de los tópicos, medias verdades y generalizaciones abusivas, tan corrientes en obras de divulgación, podría hablarse de un cierto revisionismo no militante o mejor de rectificacionismo, del texto de Joseph Pérez, el gran historiador francés de las Comunidades de Castilla y prudente biógrafo de Fernando el Católico, entre otros importantes trabajos. El autor ha querido con esta obra, que en filigrana se entiende que considera menor, hacer un estado de la cuestión, muy a la francesa, de un tema tan inagotable como el de la larga vivencia, enconamiento y presunta pasión entre España y el pueblo judío. Y en esa rectificación de tantas inexactitudes consagradas, Pérez subraya que no se trata de una obra de investigación, que "no hay nada nuevo en ella", sino que sólo pretende ser una revisión -ahora, sí- de un largo paseo por la historia que para nosotros, los españoles, tiene un interés excepcional.

LOS JUDÍOS EN ESPAÑA

Joseph Pérez

Marcial Pons. Madrid, 2005

357 páginas. 20 euros

Avisos para navegantes como que Sefarad en hebreo no quiere decir España, lo que tantas veces hemos oído repetir y repetido; que la convivencia entre judíos, cristianos y sarracenos en la España medieval nunca fue una versión terrenal del paraíso -esta última versión, es verdad que hoy ya muy desacreditada-, aunque afirma que nadie parecía dudar de que los primeros eran tan naturales del país como los segundos; que el número de judíos expulsado en 1492 apenas pudo pasar de 50.000, con un número no mucho mayor de correligionarios que se hicieron católicos y, por tanto, no tuvieron que irse de casa; que el racismo español ha sido, en este renglón, mucho más antijudaísmo, horror a una práctica religiosa, que antisemitismo, es decir, reprobación extrema de un ser humano por el solo hecho de serlo; que el largo desinterés de España por su antigua población de fe mosaica, que parece chocar con expresiones gravísimamente despectivas del pueblo de la Biblia, incrustadas en el lenguaje, como todas las que el lector sin duda recuerda en torno al término judío, y que sólo cambia a fines del siglo XIX, cuando una opinión emergente se percata de que hay un pueblo oriental que habla español contra toda lógica y a favor de toda pasión, son todos ellos elementos que componen una breve antología de cómo pone Joseph Pérez los oportunos puntos sobre las íes.

De lectura limpia y sencilla, en el libro abunda el detalle sabio, la anotación eficaz -la palabra chueta aplicada al judío mallorquín se usó por primera vez en 1688- y la serenidad de una mirada que rechaza siempre la polémica. Es ésta una historia en la que no puede haber ni buenos ni malos, especialmente idónea, quizá, para los que se quedaron en las peroratas de Sánchez Albornoz y Américo Castro. Un excelente repaso, por tanto, puesto al día por un historiador que seguramente se lo ha pasado tan bien escribiendo el libro como nosotros leyéndolo.

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