Columna

Zaplana

Como la agencia en que colaboraba con mis artículos de opinión desde hace años, me ha dado el finiquito porque al señor Zaplana no le gustaban mis crónicas en que me permitía criticar, alguna vez, su labor política, lo haré desde estas paginas a las que, estoy seguro, no llegará la mano censuradora zaplanera. El caso es que Hacienda, según se ha sabido ahora, ha sancionado al Instituto Valenciano de la Exportación por los pagos realizados a Julio Iglesias, en virtud de un contrato B acordado por el gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana, presidido por el señor Zaplana, en 1997. El cont...

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Como la agencia en que colaboraba con mis artículos de opinión desde hace años, me ha dado el finiquito porque al señor Zaplana no le gustaban mis crónicas en que me permitía criticar, alguna vez, su labor política, lo haré desde estas paginas a las que, estoy seguro, no llegará la mano censuradora zaplanera. El caso es que Hacienda, según se ha sabido ahora, ha sancionado al Instituto Valenciano de la Exportación por los pagos realizados a Julio Iglesias, en virtud de un contrato B acordado por el gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana, presidido por el señor Zaplana, en 1997. El contrato liberaba al artista de pagar impuestos y ascendía a 990 millones de pesetas, que se transfirieron a empresas domiciliadas en paraísos fiscales. Y el acuerdo se formalizó en dos documentos: uno que se dio a conocer, por importe de 375 millones de pesetas, y otro, firmado el mismo día y ocultado por el gobierno presidido por Zaplana, por importe de 615 millones de pesetas. A cambio de estas millonadas, el cantante se comprometía a promocionar la Comunidad Valenciana en algunos países. (Imagino que también existiría una cláusula en que Julio Iglesias adquiría, además, el compromiso de que cada vez que se encontrase con el señor Zaplana se dirigiría a él llamándole ¡¡campeón!! mientras le daba un fuerte abrazo. Al menos es eso lo que hace cada vez que se encuentran). Mil millones de pesetas por docena y media de coplas. Y aunque fueran dos docenas. No sirvió para nada. Y mientras se derrochaba este dinero de los contribuyentes, los escolares valencianos tenían -y tienen- que asistir a sus clases en barracones incómodos por falta de escuelas e institutos. Y si este derroche fuese el único... Así dejó las arcas de la Generalitat cuando se fue a Madrid, a ejercer de ministro: endeudada hasta el moño. Me gustaría saber qué hubiesen dicho, en caso de ser Zaplana del PSOE, sus amiguetes del sector mediático madrileño: Pedro J., Luis Herrero, Jiménez Losantos, Carlos Dávila, Pilar Ferrer, Julián Lago... y los diarios adictos al PP. ¡Cómo lo hubiesen puesto! Pero para esta tropa, que Zaplana contribuya a defraudar a Hacienda, eso no es nada. Hipócritas.

fburguera@inves.es

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