La primera lavandería industrial de un municipio de 4.500 habitantes

Hace tres años, Antonia Aguilar (Montoro, Córdoba, 1969) decidió que su etapa de dedicación exclusiva a sus hijas había terminado. Ellas ya estaban crecidas -una tiene 20 años, otra 18 y otra 10- y esta vecina de Adamuz, un municipio de la serranía cordobesa de unos 4.500 habitantes, quería también aportar lo suyo a la familia, que hasta entonces estaba sustentada económicamente sólo por su marido.

En mayo abrió una tintorería semi industrial en Adamuz. Una aventura arriesgada por lo novedoso en un pequeño pueblo. Le costo mucho esfuerzo a Antonia, quien cuenta que sólo tiene el Graduad...

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Hace tres años, Antonia Aguilar (Montoro, Córdoba, 1969) decidió que su etapa de dedicación exclusiva a sus hijas había terminado. Ellas ya estaban crecidas -una tiene 20 años, otra 18 y otra 10- y esta vecina de Adamuz, un municipio de la serranía cordobesa de unos 4.500 habitantes, quería también aportar lo suyo a la familia, que hasta entonces estaba sustentada económicamente sólo por su marido.

En mayo abrió una tintorería semi industrial en Adamuz. Una aventura arriesgada por lo novedoso en un pequeño pueblo. Le costo mucho esfuerzo a Antonia, quien cuenta que sólo tiene el Graduado Escolar y algunos cursos terminados del Bachillerato.

El terreno donde construyó la tienda ya lo tenía, pero le faltaba financiación. La inversión más importante era, lógicamente, la destinada a la maquinaria. Antonia se pateó los despachos del Ayuntamiento, de la Mancomunidad, de la Junta... Hasta que dio con los fondos europeos Leader. Consiguió a través de esta fórmula que le financiaran el 35% de la inversión, lo que supone unos 30.000 euros. El resto lo logró solicitando un préstamo en una entidad bancaria.

"Las ayudas no son suficientes, pero en la vida te tienes que arriesgar", sostiene apoyada en el mostrador de su tienda. Actualmente, trabaja con clientes de Adamuz, Pedro Abad, El Carpio y Villafranca, municipios todos de la provincia de Córdoba. Ella lleva la tienda y la trastienda. Su hija mayor le ayuda con algunos repartos.

Poco a poco, se ha ido formando gracias a cursos específicos impartidos por los fabricantes de la maquinaria. Además de aprender, ha podido compartir experiencias con otras personas de Andalucía de su mismo sector.

¿Se arrepiente de haber comenzado su aventura emprendedora? "Ha habido momentos en los que sí", explica. Lo peor, según su opinión, es el trato de algunos clientes. A los pocos días de abrir tuvo un roce con una vecinaa. "Era mi amiga", recuerda con seriedad. Aquello le afectó mucho e incluso le llevó a plantearse tirar la toalla... Pero Antonia ha continuado.

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