Editorial:

Touriño, presidente

El Parlamento gallego eligió ayer al socialista Pérez Touriño presidente de la Xunta con el apoyo de su partido, el PSdeG, y del Bloque Nacionalista Galego, de Anxo Quintana, que ocupará el cargo de vicepresidente. Se trata de un cambio histórico, no exento de riesgo, por la dificultad que significa gobernar en coalición entre dos formaciones no del todo afines y con un margen de sólo un escaño sobre el PP de Fraga, que pasa a la oposición tras 16 años en el poder. Sin embargo, no son demasiado sombrías las perspectivas una vez comprobado que el programa del nuevo Ejecutivo, que habla de regen...

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El Parlamento gallego eligió ayer al socialista Pérez Touriño presidente de la Xunta con el apoyo de su partido, el PSdeG, y del Bloque Nacionalista Galego, de Anxo Quintana, que ocupará el cargo de vicepresidente. Se trata de un cambio histórico, no exento de riesgo, por la dificultad que significa gobernar en coalición entre dos formaciones no del todo afines y con un margen de sólo un escaño sobre el PP de Fraga, que pasa a la oposición tras 16 años en el poder. Sin embargo, no son demasiado sombrías las perspectivas una vez comprobado que el programa del nuevo Ejecutivo, que habla de regeneración democrática para acabar con el clientelismo, huye de propuestas rupturistas que pudieran venir del ala más radical del BNG.

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Los nacionalistas han conseguido al final que la reforma del estatuto figure como prioridad en la agenda de gobierno, pero sin demasiado ruido. Los socialistas han subrayado que abogarán por el consenso más amplio posible para alcanzar una reforma estatutaria, sin más límites que el marco de la Constitución. Son conscientes de que necesitarán consensuar el texto con los populares, puesto que la reforma exige una mayoría de dos tercios.

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En la intervención de Fraga en el Parlamento, por primera vez como líder de la oposición, aceptó abordar en esta legislatura la reforma del Estatuto, aun cuando no la considera una prioridad absoluta. En realidad, las tres formaciones parlamentarias están de acuerdo en que Galicia se dote de más autogobierno. En el programa suscrito por el PSdeG y el BNG no se alude al controvertido término de "nación" y se define el territorio como una "comunidad de carácter nacional en el marco de un Estado plurinacional". También se rebajan los términos de los nacionalistas sobre la "devolución de la deuda histórica", que Quintana cuantificó tras las elecciones del pasado junio en 21.000 millones de euros.

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