LOS CANDIDATOS DE LA SEGUNDA VUELTA

El hombre del pueblo

Mahmud Ahmadineyad, alcalde de Teherán, despierta temores por su fundamentalismo populista

Las octavillas electorales, en blanco y negro, le muestran consolando a un viejo o escuchando a una niña. El mensaje es sencillo: Mahmud Ahmadineyad es un hombre del pueblo. Así lo creen sus seguidores, que destacan su honestidad, su cercanía a los administrados. Y sin embargo, al otro lado del espectro político, cunde el pánico y se advierte del riesgo de que su elección lleve al talibanismo, la dictadura y el triunfo del partido de los cuarteles. El hasta ahora alcalde de Teherán no deja indiferente a nadie.

"No hicimos una revolución para tener una democracia", dijo al iniciar su cam...

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Las octavillas electorales, en blanco y negro, le muestran consolando a un viejo o escuchando a una niña. El mensaje es sencillo: Mahmud Ahmadineyad es un hombre del pueblo. Así lo creen sus seguidores, que destacan su honestidad, su cercanía a los administrados. Y sin embargo, al otro lado del espectro político, cunde el pánico y se advierte del riesgo de que su elección lleve al talibanismo, la dictadura y el triunfo del partido de los cuarteles. El hasta ahora alcalde de Teherán no deja indiferente a nadie.

"No hicimos una revolución para tener una democracia", dijo al iniciar su campaña. Frases similares equiparando la Bolsa a un casino, el Ministerio de Petróleo con una mafia y a los diplomáticos iraníes con negociadores débiles en la escena internacional, le han ganado las simpatías del hombre de la calle y la desconfianza de quienes se ven en el punto de mira. Miembro de una nueva derecha ideológica de políticos seglares, pero muy leales al líder supremo, Ahmadineyad no rechaza el adjetivo de fundamentalista, que para él significa "defensor de los valores islámicos y revolucionarios".

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Este hijo de un herrero nació hace 49 años en Garmsar, al este de Teherán. Estudió ingeniería civil en la Universidad Politécnica de la capital, donde le pilló la revolución islámica con la que enseguida simpatizó. Su biografía oficial (www.mardomyar.com) asegura que perteneció a la asociación estudiantil que tomó la Embajada de Estados Unidos, luego se alistó en los pasdarán (el ejército ideológico) para luchar en la guerra contra Irak (1980-1988) y realizó actividades de comando dentro de Irak.

A pesar de que ejerció como gobernador de Ardebil, en el noroeste de Irán, poco se conoce de sus actividades políticas hasta su llegada a la alcaldía de Teherán. Fue en abril de 2003, en unas elecciones en las que apenas participó un 10% del censo, un récord de baja participación.

En los dos años como alcalde, ha sacado partido de su doctorado en Transporte mejorando el tráfico, pero también ha reorientado las actividades de los centros culturales hacia contenidos más religiosos. Esos gestos, su insistencia en que las empleadas municipales se cubran debidamente o su propuesta de enterrar a los mártires de la guerra en las plazas públicas, revelan para muchos iraníes lo que esconde tras sus aires de hombre sin pretensiones.

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Entre los asistentes a sus mítines se encuentran empleados municipales, parados y basiyis (voluntarios revolucionarios), una milicia a la que en su calidad de oficial de los pasdarán ha entrenado en el pasado.

En cuanto a las relaciones de Irán con Washington, opina: "Estados Unidos rompió sus relaciones con Irán para presionarnos. Si ahora desean restablecerlas es por el mismo motivo. No deseamos unas relaciones impuestas". Y respecto a la cuestión nuclear: "La energía nuclear es un logro científico de los iraníes. Algunas potencias no quieren aceptarlo, a pesar de que sus expertos han reconocido que es nuestro derecho".

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