Reportaje:

Una basílica innovadora

El Colegio de Arquitectos de Guipúzcoa entrega su segundo premio Nivel a los franciscanos de ArantzazuLa congregación religiosa apoyó el proyecto pese a sus controversias

El Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro celebra este año su 75º aniversario y la basílica de Arantzazu conmemora su medio siglo de vida. Ambas efemérides le han servido a la delegación guipuzcoana del colegio profesional para entregar su segundo Premio Maila-Nivel a la comunidad de padres franciscanos de Arantzazu.

Los arquitectos guipuzcoanos crearon dicho galardón el pasado año con el objetivo de reconocer a personas o entidades que, aun no estando relacionadas de manera directa con la arquitectura, hayan realizado una labor importante en favor de este arte. Es el caso de los ...

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El Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro celebra este año su 75º aniversario y la basílica de Arantzazu conmemora su medio siglo de vida. Ambas efemérides le han servido a la delegación guipuzcoana del colegio profesional para entregar su segundo Premio Maila-Nivel a la comunidad de padres franciscanos de Arantzazu.

Los arquitectos guipuzcoanos crearon dicho galardón el pasado año con el objetivo de reconocer a personas o entidades que, aun no estando relacionadas de manera directa con la arquitectura, hayan realizado una labor importante en favor de este arte. Es el caso de los padres franciscanos de Arantzazu, quienes apoyaron la ejecución de la basílica a pesar de las polémicas surgidas en torno al proyecto. Su carácter vanguardista no siempre fue entendido, lo que llevó a largas paralizaciones de las obras e, incluso en algunos casos, obligó a la reformulación de los planes iniciales.

"Pese a las fuertes presiones del momento", respaldaron "una apuesta arriesgada", subrayó ayer el presidente de la delegación guipuzcoana del Colegio de Arquitectos, Antón Pagola, durante la entrega del premio, que recogió el guardián de la basílica, Telesforo Zurriarain. Ahí queda para los anales, por ejemplo, el controvertido apostolario creado por el escultor Jorge Oteiza. Las 14 figuras que moldeó generaron no pocas discusiones con la cúpula de la Iglesia católica.

A Oteiza y al resto de los artistas que participaron en el atrevido proyecto arquitectónico -Eduardo Chillida, Néstor Basterrechea, Lucio Muñoz, Javier Álvarez de Eulate y Xabier Egaña- dedicó el premio Zurriarain. También a los padres franciscanos que le antecedieron en la basílica, y, cómo no, a Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga, los dos arquitectos que ganaron el concurso de ideas convocado a mediados del siglo pasado para levantar el edificio en medio de macizos montañosos y barrancos. Los trabajos arrancaron en 1950 y acabaron un lustro después.

El guardián de Arantzazu recordó que las diferencias surgidas entre ambos arquitectos alejaron del proyecto a Laorga, pero al rebobinar en el tiempo, también rememoró el día en que Laorga, allá por 1985, visitó la basílica. "Se encontraba en silla de ruedas. Le subimos al coro. Se detuvo a mirar a su alrededor extasiado, emocionado, y dijo: 'Maravilloso, maravilloso, no me esperaba esto", relató.

Zurriarain no se resistió tampoco a contar dos anécdotas relacionadas con Sáenz de Oiza y sus sentimientos hacia la basílica de Arantzazu. En cierta ocasión, se topó con una frase escrita en euskera en el dintel de la puerta principal de un palacio sevillano: "Txori bakoitzarentzat bere habia ederrena", decía. El arquitecto buscó su significado, convencido de que el creador de aquel edificio debía ser vasco y había escrito aquellas palabras para defender su obra. Cuando le tradujeron la expresión -"Para cada pájaro su nido es el más bello"-, se llevó "una gran alegría, porque vio satisfechas sus sospechas", narró el franciscano. Añadió que, desde entonces, Sáenz de Oiza, aplicó luego este dicho a todas sus obras, entre las que se encuentra el Museo Oteiza, ubicado en la localidad navarra de Alzuza. "Para nosotros, la basílica es también el mejor y más bello nido, porque es nuestro nido", apostilló Zurriarain.

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En otra ocasión, el franciscano preguntó al arquitecto por qué llevaba un reloj "tan envejecido y desgastado". "Porque hace 35 años me lo regaló mi mujer y le tengo cariño. Además, anda muy bien y mi preocupación es que las cosas perduren en el tiempo", le respondió. Zurriarain hace ahora suya esta contestación como metáfora del valor de la basílica de Arantzazu. "El premio Maila-Nivel en el 50º aniversario del edificio es la mejor muestra de que éste perdura en el tiempo y sigue marcando la historia con un alto nivel de calidad", afirmó.

Mientras, su compañero de congregación Paulo Agirrebalzate sostenía el galardón, la réplica de un nivel, el aparato de origen medieval que sirve para medir la horizontalidad y la verticalidad en una obra de manera perfecta. Con ese objeto se quiere incidir en "el empeño de los arquitectos por la arquitectura y porque ésta se entienda por parte de la sociedad", subrayó Pagola. El primer premio recayó el año pasado en el escritor valenciano Manuel Vicent por su trabajo como entrevistador en el programa televisivo Elogio de la luz, dedicado a grandes figuras de la arquitectura española y emitido por el segundo canal de Televisión Española.

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