Reportaje:

Libros para comprender mejor

La Autónoma edita una Constitución europea de fácil lectura para personas con discapacidad

Utilizar palabras de uso corriente, puntuar con sencillez,

evitar los tecnicismos y explicar definiciones mediante dibujos son algunas de las normas de estilo con las que se ha editado la versión de fácil lectura de la Constitución europea: una muestra de que es para todos y de que debe ser entendida por todos. Publicada recientemente por la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM), esta práctica obra pertenece al Programa de Fácil Lectura cuyo objetivo es la inclusión social de personas con discapacidades intelectuales y lectoras. "La sociedad los integra, pero dentro de u...

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Utilizar palabras de uso corriente, puntuar con sencillez,

evitar los tecnicismos y explicar definiciones mediante dibujos son algunas de las normas de estilo con las que se ha editado la versión de fácil lectura de la Constitución europea: una muestra de que es para todos y de que debe ser entendida por todos. Publicada recientemente por la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM), esta práctica obra pertenece al Programa de Fácil Lectura cuyo objetivo es la inclusión social de personas con discapacidades intelectuales y lectoras. "La sociedad los integra, pero dentro de un mundo que les resulta difícil de comprender. Los adultos con estas deficiencias sólo tienen acceso a libros para niños y no pueden enterarse por sí mismos de las leyes u otras informaciones necesarias para la vida cotidiana", advierte el director de la FUAM, Bernardo Díaz Salinas.

Los textos no deben pecar nunca de infantiles ni tampoco de simplistas

La metodología utilizada es también la indicada para redactar publicaciones destinadas al resto de los lectores. La mayoría de las veces, sin embargo, los profesionales de la palabra la olvidan. "El proyecto parte de un colectivo específico, pero es extraordinario para captar personas a las que les disgusta leer, que tienen problemas para interpretar y asociar ideas o que no pueden acceder a los libros o a una educación media. Extranjeros, disléxicos, ancianos y niños forman otro grupo interesante de destinatarios", explica la psicóloga Mercedes Belinchón, miembro de uno de los grupos de investigación del programa. Ella está convencida de que "el amor a la lectura no se improvisa, sino que necesita un aprendizaje".

Bajo la premisa "una línea, una idea" y con el visto bueno de la Confederación Española de Organizaciones en Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual (Feaps), que son parte del público lector, la FUAM quiere ampliar su oferta con una antología de Cervantes, la carta de derechos y deberes de una aseguradora social y un periódico mensual. "El desafío mayor es que los textos puedan leerse y entenderse", aclara Belinchón. Para lograrlo es fundamental "definir los perfiles de los lectores" a partir de la edad, el nivel y tipo de discapacidad, los contextos sociales y las experiencias personales. "De una misma obra pueden, y deben, hacerse diversas adaptaciones de lectura fácil", deduce la profesional.

Aunque en la confección se priorizan las ideas clave y el orden cronológico en que sucede la historia, en vez de las metáforas, los conceptos abstractos, las introducciones y los comentarios, "los textos no deben pecar nunca de infantiles ni tampoco de simplistas", según manifiesta el filólogo del programa, Alberto Anula. La síntesis y la eliminación de recursos retóricos, asegura, "le quitan al libro su belleza original", tal como sucede con las traducciones. "Adaptar el Quijote es, por tanto, un reto mayor. La historia debe tener coherencia y, a la vez, ser entretenida", manifiesta Anula.

El diseño es otro aspecto en el que la sencillez debe inducir a una lectura dinámica y divertida; las ilustraciones, además de decorar, tienen que informar.

Tal como señalan las directrices de la Liga Internacional a favor de las Personas con Deficiencia Mental, hay que emplear un tamaño de letra dos puntos mayor al de las publicaciones convencionales, un solo estilo tipográfico y representar las cifras con números. Jamás dejar una oración abierta para que continúe en otra página ni expresar las ideas en un lenguaje negativo. A la hora de hablarle al lector, lo apropiado es hacerlo desde la primera persona. Forges, Alfonso Ortuño y Carmen Gilabert González fueron los encargados de dibujar los símbolos y valores de la Constitución editada. Por ejemplo, explican cómo es la bandera de la Unión o el modo en que funciona el Tribunal de Cuentas con esquemas y figuras de trazos limpios, libres de detalles y sombras engorrosas. La vista descansa. El libro puede ojearse en www.fg.uam.es o solicitarse en la Universidad Autónoma de forma gratuita. Díaz Salinas sugiere que para que la inclusión social sea posible hay que dejar de ver el problema en el discapacitado y crear elementos que lo hagan protagonista. "Brindarle acceso a los libros es un gran paso".

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