Reportaje:

Levantar una vivienda en horas de clase

Alumnos de la Universidad Politécnica de Madrid tienen casi acabada la casa solar que concursará en EE UU

La innovadora casa con energía solar que están construyendo los alumnos de la Universidad Politécnica de Madrid viajará en barco hasta Washington en otoño metida, pieza a pieza, en ocho contenedores. Cerca de 40 alumnos de arquitectura, telecomunicaciones y agrónomos, estarán esperando la mercancía para montarla en sólo siete días. Dios hizo el mundo en seis, pero le salió peor. A esta casa no le falta un detalle para que sus habitantes sean felices. Pero los estudiantes que la están haciendo, con ayuda de sus profesores, no podrán descansar ni el séptimo día, ni el octavo. La Politécnica es l...

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La innovadora casa con energía solar que están construyendo los alumnos de la Universidad Politécnica de Madrid viajará en barco hasta Washington en otoño metida, pieza a pieza, en ocho contenedores. Cerca de 40 alumnos de arquitectura, telecomunicaciones y agrónomos, estarán esperando la mercancía para montarla en sólo siete días. Dios hizo el mundo en seis, pero le salió peor. A esta casa no le falta un detalle para que sus habitantes sean felices. Pero los estudiantes que la están haciendo, con ayuda de sus profesores, no podrán descansar ni el séptimo día, ni el octavo. La Politécnica es la única universidad europea que concursa en este certamen americano, Solar Decathlon, y los estudiantes que han hecho la casa tendrán que atender al jurado que valorará su ambicioso proyecto. ¿Cómo? Para empezar defenderán su trabajo en inglés. Tienen un buen nivel, dice su profesora. Y tendrán que demostrar que su casa, Magic Box, es tan inteligente, ecológica y funcional como dicen. Que la arquitectura sirve y gusta, que el proyecto es preciso y correcto, que los materiales y la tecnología sirven a los objetivos predeterminados y que es perfectamente confortable en invierno y en verano con un balance energético satisfactorio.

Los estudiantes han aprendido y trabajado desde una perspectiva multidisciplinar

En todo ello se han esmerado estos estudiantes, que han aprendido y trabajado desde una perspectiva multidisciplinar más que en varios cursos juntos. La casa está montándose en la Ciudad Universitaria de Madrid y tiene unos 70 metros cuadrados de diseño atractivo. Bajo el suelo hay cápsulas de gel que proporcionan frío en verano y calor en invierno. En la cubierta las placas solares recogen la energía conjugando los metros cuadrados con la inclinación óptima. Y allá arriba hay plantas resistentes que se alimentan del agua recogida en el aljibe y proporcionan frescor.

Dentro, una habitación, una cocina con su comedor, el cuarto de baño y un espacio de estudio. Los espacios pueden ir cambiando porque los tabiques son móviles: colgados de un eje giran a la carta. Se puede aislar el salón del cuarto de estudio o juntar el estudio con la cocina, por ejemplo. También es móvil el salón, que sale hacia fuera dejando en el centro de la casa un patio. Y hay, por último, el invernadero: es como un mirador acristalado de los que había en las casas antiguas. Se usa también para regular la temperatura.

Los estudiantes han aprendido todo lo que hay que saber para construir una vivienda, desde su diseño hasta la instalación de la tecnología pero tendrán que demostrar que no es sólo una casa de muñecas. Una vez en Estados Unidos tendrán que servir cuatro cenas para seis personas y no cualquier cosa: han de utilizar el horno, el microondas, descongelar, calentar. Harán arroz, quizá un pescado al horno, y ensaladas. No hay problema con eso porque Cecilia Torralbo, que estudia Teleco, se va a llevar su olla exprés.

Después tendrán que dejar relucientes los platos en el lavavajillas, el triturador de basura de la pila hará su trabajo, la nevera el suyo, la televisión tiene que estar encendida seis horas, las luces otras tantas. Y las toallas sucias tienen que salir perfectas cuando acabe la secadora porque las pesarán para comprobar que no queda gota de humedad. Si todo va bien, si nada se atasca, si los tabiques giran, los acumuladores aguantan el tirón energético podrán ganar el primer premio: un trofeo. No hay dinero para aliviar parte de los 2,5 millones que costará esta aventura. La semana pasada los patrocinadores del proyecto visitaron la casa en el campus universitario. Isofotón ha sido la principal fuente de energía económica para este proyecto pero hay más de 40 firmas que han aportado sus tecnologías y materiales: cerámicas, maderas, sanitarios, catering, mobiliario. Colaboran cuatro ministerios, la comunidad y el Ayuntamiento de Madrid.

No han dejado un cable suelto. Tan es así que no habrá un sólo aparato inalámbrico porque no quieren que las medidas de seguridad que utilizan los responsables políticos americanos que visitarán la casa estorben la frecuencia de los aparatos y aquello se convierta en el camarote de los Hermanos Marx.

Mientras llegan los días de exposición en la explanada frente al Capitolio los estudiantes se afanan en montar y desmontar la casa y en practicar el inglés. Lo demás será cosa de la suerte y de que puedan entrar todos sin problemas por la aduana estadounidense. Tampoco será su culpa si los funcionarios no permiten que desembarque alguno de los contenedores con parte de la casa. Pero eso, después de tanto trabajo y de haber aprendido tanto, será el problema más sencillo. Otra cosa es que al jurado no le guste la tortilla de patatas. Eso sí es un problema, porque no se puede ser del todo feliz en una casa sin tortilla de patatas.

Alumnos y profesores de la Politécnica rodean la maqueta de la casa solar.BERNARDO PÉREZ

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