Reportaje:

Valenciana de Brasov

Arranca un programa de voluntariado lingüístico para enseñar valenciano a inmigrantes y a castellanohablantes

-A mi... Me pareix?

-A mi em pareix.

-...que no sona bé.

-No, si que sona bé.

-És que els pronoms febles...

-És que portes molt poc de temps.

Darkiana Groza, 35 años, ingeniera, rumana de Brasov, lleva 8 meses viviendo en Catarroja. Aprende valenciano desde hace mes y medio con Elvira Bosch, ama de casa y voluntaria lingüística de 39 años.

En un valenciano titubeante pero correcto, Groza dice: "Quiero aprender valenciano porque vivo aquí. Me parece lo normal".

Luego explica que habla...

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-A mi... Me pareix?

-A mi em pareix.

-...que no sona bé.

-No, si que sona bé.

-És que els pronoms febles...

-És que portes molt poc de temps.

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Darkiana Groza, 35 años, ingeniera, rumana de Brasov, lleva 8 meses viviendo en Catarroja. Aprende valenciano desde hace mes y medio con Elvira Bosch, ama de casa y voluntaria lingüística de 39 años.

En un valenciano titubeante pero correcto, Groza dice: "Quiero aprender valenciano porque vivo aquí. Me parece lo normal".

Luego explica que habla rumano con su marido; castellano, con el médico de su hijo, de un año, y valenciano con Elvira. Una hora y media a la semana después de dejar a los niños en clase.

La pareja es una avanzadilla del programa que Escola Valenciana presentó ayer para normalizar el valenciano; aumentar "la autoestima" de los valencianohablantes y destacar su carácter de lengua de acogida.

La idea es sencilla. Dos personas, una que quiera enseñar y la otra aprender, se ponen de acuerdo en dedicar al menos una hora a la semana durante 70 días a hablar en valenciano. Simplemente a hablar. No son clases de ortografía, ni se corrige, ni los enseñantes tienen categoría de maestros. "Pueden ser mecánicos, médicos que enseñen el valenciano de la calle. Porque una lengua vive hablándose", dijo ayer Vicent Moreno.

Y Diego Gómez, presidente de la federación, destacó la importancia de transmitir cómo desenvolverse en situaciones cotidianas; "Ir al mercado, al banco o a hacer gestiones en los ayuntamientos".

La iniciativa no va dirigida exclusivamente a inmigrantes, sino a cualquier persona que viva en territorio valenciano y quiera aprender su lengua. La federación ha dispuesto un teléfono (902 430 27) y una dirección de Internet (www.fv.org) para apuntarse. También unos espacios físicos. Pero el propósito es que la iniciativa se adapte a los horarios reales, y se desarrolle donde la pareja coincida de forma natural: "En una agrupación ciclista, en la oficina o en una falla, ¿por qué no?", preguntó ayer Gómez.

Escola Valencia ha involucrado en el programa -"que no es una campaña porque no va contra nada ni contra nadie", en palabras de Moreno"- a las dos universidades de Valencia; a la Jaume I y a la de Alicante; a los sindicatos STEPV y CC OO; a la asociación Veu Pròpia, y a las Oficinas de Promoción del Valenciano de 20 ayuntamientos. Entre ellos, los de Benicàssim; Mutxamel; Xàbia; Oliva; Sagunt y Vila-real.

Hubo tiempo para algún reproche al Gobierno autonómico -"sólo un 2% de los puestos de trabajo públicos están catalogados en valenciano"- y para opinar que "las polémicas sobre el origen de la lengua son una cortina de humo que impiden ver lo importante".

Elvira Bosch explicó que es voluntaria porque le parece interesante compartir la cultura propia con otra persona; aprender la suya y trabar amistad.

Darkiana Groza, de momento, traduce lo que quiere decir de su lengua al castellano y de esta al valenciano. Pero reconoce tener cierta ventaja: El rumano es una lengua latina y tiene similitudes curiosas con el catalán. En rumano, "nas es diu nas. I cap és cap".

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