Editorial:

La patria del día

Este año, el Aberri Eguna, o Día de la Patria vasca, celebrado ayer, ha coincidido casi con el inicio de la campaña para las elecciones autonómicas, lo que ha servido para reforzar el tono de autoafirmación eufórica propia de este tipo de conmemoraciones. Pero esa euforia ha hecho más visibles algunas de las contradicciones del discurso nacionalista actual. Por ejemplo, respecto a la ilegalización de Batasuna.

Para el lehendakari Ibarretxe, que ya había dicho que la decisión sobre Aukera Guztiak sería "política" y determinada por los intereses electorales del PSOE, la resolución ...

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Este año, el Aberri Eguna, o Día de la Patria vasca, celebrado ayer, ha coincidido casi con el inicio de la campaña para las elecciones autonómicas, lo que ha servido para reforzar el tono de autoafirmación eufórica propia de este tipo de conmemoraciones. Pero esa euforia ha hecho más visibles algunas de las contradicciones del discurso nacionalista actual. Por ejemplo, respecto a la ilegalización de Batasuna.

Para el lehendakari Ibarretxe, que ya había dicho que la decisión sobre Aukera Guztiak sería "política" y determinada por los intereses electorales del PSOE, la resolución del Tribunal Supremo sobre la candidatura que aspiraba a suceder a Batasuna a efectos electorales demuestra que el "talante" de Zapatero lleva a "hacer lo mismo que Aznar". Por su parte, el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, culpó a Batasuna de su propia marginación por ser "incapaz de llevar adelante un proyecto propio", librándose "de la bota de ETA". Pero ése es justamente el motivo por el que fue ilegalizada Batasuna y por el que los tribunales vienen cerrando el paso a los artilugios con que ha intentado burlar su prohibición. ¿Sería lógico que fuera legal un partido que depende de una organización terrorista?

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"La patria de los violentos y la nuestra no son la misma", dijo también Imaz, porque la nuestra es "de hombres y mujeres libres y no de personas que temen ser asesinadas por pensar diferente". La distinción es evidente, pero lo que no se entiende es el empeño del PNV, al menos desde Lizarra, por asumir como propias todas las causas (sobre ilegalización, presos, autodeterminación) y hasta la terminología (Euskal Herria en lugar de Euskadi) del mundo de Batasuna, y por renegar de la parte de su propio programa susceptible de ser compartida por todos los demócratas vascos.

El otro mensaje del día, directamente electoral, fue que el autogobierno corre peligro si gobiernan los partidos no nacionalistas. El lehendakari reiteró su advertencia de que el PSOE y el PP (que sumaron el 46% de los votos en las legislativas del año pasado), pretenden -como si fuera un crimen- alcanzar la mayoría en el Parlamento vasco para que éste "deje de ser abertzale". La formulación es muy sintomática de la mentalidad del nacionalismo a la hora del plan Ibarretxe: no sólo se renuncia a buscar la identificación del conjunto de la sociedad vasca con unos valores y símbolos que puedan ser compartidos, sino que se ve con desconfianza la adhesión de los no nacionalistas al autogobierno. Como si la nacionalidad vasca sólo pudiera subsistir si gobiernan ellos, los nacionalistas. Lo que, tras un cuarto de siglo de hacerlo, equivale a confesar un cierto fracaso.

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