Crítica:LIBROS

El ejemplo de Ignacio de Loyola

La literatura de gestión recurre a menudo a personajes históricos, famosos o con éxito para alentar determinados valores en la empresa. Hace unos años, El arte de la guerra, del militar chino Sun Tzu, arrasó entre los directivos de medio mundo. Hay otros muchos más ejemplos que han dado lugar a auténticos best sellers sobre liderazgo: la agresividad de Atila, Maquiavelo con su príncipe, entrenadores deportivos que juegan con reglas marcadas... ¿Por qué no los jesuitas?

"Los jesuitas nos muestran un modelo de liderazgo que va contra la corriente de la mayoría de los ...

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La literatura de gestión recurre a menudo a personajes históricos, famosos o con éxito para alentar determinados valores en la empresa. Hace unos años, El arte de la guerra, del militar chino Sun Tzu, arrasó entre los directivos de medio mundo. Hay otros muchos más ejemplos que han dado lugar a auténticos best sellers sobre liderazgo: la agresividad de Atila, Maquiavelo con su príncipe, entrenadores deportivos que juegan con reglas marcadas... ¿Por qué no los jesuitas?

"Los jesuitas nos muestran un modelo de liderazgo que va contra la corriente de la mayoría de los modelos temporáneos", asegura Chris Lowney, quien subraya que los miembros de esta congregación religiosa "en lugar de hablar de liderazgo, lo practicaron".

Éstos son los razonamientos de partida de El liderazgo al estilo de los jesuitas. Las mejores prácticas de una compañía de 450 años que cambió el mundo. Unos razonamientos que se basan en la propia experiencia del autor -estuvo siete años en la Compañía de Jesús y fue director administrativo del banco de inversión J. P. Morgan durante 17 años en Tokio, Singapur, Londres y Nueva York- y en el éxito que supone que, a pesar de los cambios y las dificultades, la congregación fundada por Ignacio de Loyola haya logrado sobrevivir durante más de cuatro siglos y hoy cuente con 21.000 profesionales repartidos por más de 100 países. Frente a la longevidad de esta peculiar multinacional, Lowney subraya que sólo 16 de las 100 grandes compañías estadounidenses de principios del siglo pasado han logrado sobrevivir 100 años.

A partir de esta realidad, el autor analiza las claves del éxito de la Compañía de Jesús en clave empresarial. No son los votos de pobreza, castidad y obediencia que impone a sus miembros lo que alienta su teoría del liderazgo. La diferencia se asienta en cuatro valores básicos que inspiraron a los jesuitas y que no están, según Lowney, muy extendidos, ni siquiera están muy bien vistos en las organizaciones empresariales actuales.

Se trata de la capacidad para conocerse a uno mismo, que se logra haciendo examen de conciencia y es lo que permite descubrir los recursos, debilidades y metas; el ingenio, entendido como la capacidad de enfrentarse con creatividad a los cambios y a no temer el riesgo; el amor, que permite ver a todas las personas como líderes y aprovechar sus capacidades, y el heroísmo, para aspirar siempre a ser mejores.

Estas características no pueden tenerlas las organizaciones, sino que son personales y por tanto impregnan toda la vida de un individuo, tanto la profesional como la personal. Es lo que Lowney llama "liderazgo personal efectivo" y que rompe con la visión de que los líderes son sólo los jefes que saben estar a la altura de las circunstancias en los momentos clave. Para el autor, el liderazgo se ejerce a todas horas, y de abajo arriba, incluso en un encuentro casual en un ascensor con un empleado. Los líderes además no controlan sus resultados y son inmunes a los errores, sino que son capaces de sobreponerse a ellos, de rectificar.

A pesar de estas conclusiones, el libro también da recomendaciones específicas para los directivos, para aquellos que tienen equipos a su cargo. Ellos deben ser el ejemplo a seguir. Como los jesuitas, deben encontrar a los mejores y ayudarles a progresar, algo que es sólo una frase hecha en muchas compañías. Y deben hacerlo, subraya Lowney, incluso aunque cometan errores.

Con estos valores, los jesuitas lograron sacar adelante una empresa fundada por 10 hombres en 1540, sin capital ni plan de negocio alguno. Con el conocimiento como bandera lograron extender la compañía por todo el mundo. Un éxito que contrasta con el vacío de liderazgo que sufren las corporaciones actuales y que, según el antiguo jesuita y directivo, no se llenará esperando a que llegue "un gran hombre".

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