OPINIÓN DEL LECTOR

Basura en el 'Doñana madrileño'

El viernes día 4 se publicaba en EL PAÍS un reportaje de Andrés Campos sobre la laguna de El Raso, situada en el Parque Regional del Sureste, en Madrid.

El Doñana madrileño se titulaba el reportaje al que me refiero; nada menos una invitación a su visita que, a juzgar por el gran número de personas que nos encontramos allí el domingo, debió de despertar el interés de los lectores.

Pero lo que no cuenta el artículo es la basura que, en forma de latas, trapos, botellas, chatarra, escombros, etc., aparece a ambos lados del camino, sobre todo en la parte más alta del recorrido...

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El viernes día 4 se publicaba en EL PAÍS un reportaje de Andrés Campos sobre la laguna de El Raso, situada en el Parque Regional del Sureste, en Madrid.

El Doñana madrileño se titulaba el reportaje al que me refiero; nada menos una invitación a su visita que, a juzgar por el gran número de personas que nos encontramos allí el domingo, debió de despertar el interés de los lectores.

Pero lo que no cuenta el artículo es la basura que, en forma de latas, trapos, botellas, chatarra, escombros, etc., aparece a ambos lados del camino, sobre todo en la parte más alta del recorrido.

Y entre todo esto, lo más preocupante, por ser ya un problema de salud pública, es el cadáver de un animal grande (tal vez una pieza de caza) arrojado en una escombrera al lado de unas casetas semiderruidas.

De todo esto hicimos fotografías, algunas de las cuales van adjuntas a este mensaje, y todas ellas están a su disposición.

Podríamos añadir otro tema: a lo largo del recorrido aparecen cartuchos de caza.

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Para los que nada sabemos de asuntos como las épocas de veda, nos parece inquietante que hacer una excursión de carácter naturalista pueda llevar aparejado el riesgo de acabar con un perdigonazo, y no hay que olvidar que estamos hablando de una ruta prácticamente urbana.

Conclusiones: pues tal vez la reflexión de siempre sobre lo que debe ser un parque regional, lo que es en realidad el parque del Sureste madrileño, su nivel de degradación y cómo los organismos oficiales (Comunidad Autonómica y el Ayuntamiento implicado) creen alegremente que basta con definir un lugar como espacio protegido para que automáticamente lo sea.

Llevo siguiendo con interés los reportajes de Andrés Campos durante ya varios años, y le agradezco su labor divulgativa, pero creo que a veces se hace necesaria, desgraciadamente, una información más realista y menos complaciente, y así evitar sorpresas desagradables a los ilusionados visitantes...

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