El juez ve indicios de homicidio imprudente contra el cirujano Senderowicz

El juez que investiga la muerte de Débora Catalán, la mujer que falleció en una clínica de Madrid donde se sometió a una intervención contra la obesidad, mantiene la imputación contra el doctor Gerardo Raúl Senderowicz y su compañera Victoria Bonne, a la vez que pregunta a las partes si abre juicio o archiva la causa.

El auto, dictado por el Juzgado de Instrucción número 22 de Madrid, expone que, de las diligencias practicadas, "se desprenden indicios bastantes de criminalidad contra los dos acusados como autores de un delito de homicidio imprudente por negligencia profesional". Añade q...

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El juez que investiga la muerte de Débora Catalán, la mujer que falleció en una clínica de Madrid donde se sometió a una intervención contra la obesidad, mantiene la imputación contra el doctor Gerardo Raúl Senderowicz y su compañera Victoria Bonne, a la vez que pregunta a las partes si abre juicio o archiva la causa.

El auto, dictado por el Juzgado de Instrucción número 22 de Madrid, expone que, de las diligencias practicadas, "se desprenden indicios bastantes de criminalidad contra los dos acusados como autores de un delito de homicidio imprudente por negligencia profesional". Añade que la muerte de la paciente pudo producirse por "el efecto tóxico de la anestesia que se le aplicó para practicarle una liposucción y que el fallecimiento se hubiera podido evitar si esta intervención se hubiera practicado en unas instalaciones adecuadas, con material y personal apropiado".

Por ello, el juez mantiene la imputación de ambos acusados por el delito mencionado y continúa la tramitación del caso como un procedimiento abreviado.

Además, acuerda el traslado al fiscal y a las acusaciones para que en cinco días, una vez que dispongan de todas las actuaciones, formulen escrito de acusación solicitando la apertura de juicio oral o el sobreseimiento de la causa. El auto explica que el 25 de enero de 2002, la víctima acudió a la clínica ICEMA para que le practicaran una liposucción y que cuando le administraron los anestésicos empezó a "contraer los músculos de la cara y a convulsionar intentando ambos doctores reanimarla, cosa que no lograron dado el escaso material médico y de reanimación existente en la clínica", por lo que llamaron a una UVI móvil, cuyos facultativos sólo pudieron certificar su muerte.

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