Editorial:

La Haya se llena

El Tribunal de La Haya que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia ha acusado al primer ministro de Kosovo, el ex guerrillero Ramush Haradinaj, de asesinato, violación y deportación de civiles serbios durante su etapa como comandante del proalbanés Ejército de Liberación de Kosovo. Haradinaj, jefe del Gobierno durante poco más de tres meses, ha tenido el buen sentido de dimitir y entregarse a La Haya para no perjudicar la causa de la todavía provincia serbia, que se supone recibirá este año un impulso decisivo de la ONU rumbo a su independencia.

El tribunal, empantanado en...

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El Tribunal de La Haya que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia ha acusado al primer ministro de Kosovo, el ex guerrillero Ramush Haradinaj, de asesinato, violación y deportación de civiles serbios durante su etapa como comandante del proalbanés Ejército de Liberación de Kosovo. Haradinaj, jefe del Gobierno durante poco más de tres meses, ha tenido el buen sentido de dimitir y entregarse a La Haya para no perjudicar la causa de la todavía provincia serbia, que se supone recibirá este año un impulso decisivo de la ONU rumbo a su independencia.

El tribunal, empantanado en el juicio interminable del dictador serbio Slobodan Milosevic, registra en las últimas semanas una actividad inusitada. Acusados de diferentes lugares de la ex Yugoslavia se entregan sin esperar su detención. Los más recientes, además de Haradinaj, son dos ex generales serbobosnios, el ex jefe del Ejército yugoslavo Perisic, el general bosniomusulmán Delic y, el pasado viernes, el que fuera ministro del Interior serbobosnio Stanisic. Una nómina relevante, pese a que permanezcan fugitivos dos personajes cruciales, los genocidas Mladic y Karadzic.

El denominador común de este cambio es el irresistible imán de la Unión Europea para los Gobiernos respectivos. Eslovenia es la única ex república yugoslava que pertenece a la UE, pero en los últimos tiempos dirigentes tan renuentes como los de Serbia o Croacia han ido comprendiendo que el camino para el ingreso en la Unión pasa ineludiblemente por cooperar con La Haya. Eso exige entregar o facilitar la rendición de siniestros personajes -militares, políticos, policías-, frecuentemente considerados héroes nacionales por una parte sustancial de la población.

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Belgrado, que incluso tras la caída de Milosevic ha negado ostensiblemente su apoyo a los fiscales de La Haya por considerar al tribunal un instrumento antiserbio, promete ahora plena cooperación por boca del primer ministro Kostunica, en vísperas de un decisivo informe de la UE sobre sus aspiraciones europeas. Croacia acaba de recibir un portazo inicial de Bruselas para iniciar negociaciones por su manifiesta desgana para entregar al general Gotovina, acusado del asesinato de civiles serbios en 1995.

En el caso de Kosovo, la elogiable decisión de Haradinaj resultará importante para el futuro de la región de mayoría albanesa, ahora un protectorado de la ONU. Una aceptable convivencia interétnica es indispensable para que el Consejo de Seguridad considere que Pristina está en condiciones de dirigir su propio Estado. Y eso supone garantizar los derechos y proteger la seguridad de la minoría serbia. La designación de un nuevo jefe del Gobierno sin las manos manchadas de sangre contribuirá a mantener sus aspiraciones.

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