Columna

Se roba

En la oficina, en su ángulo oscuro, silencioso y cubierto de cieno, un hombre roba. Un hombre roba, y una mujer también, a su lado, o un poco más lejos, mejor la discreción. Un hombre y una mujer roban, y más mujeres y más hombres. Y en el municipio vecino, probablemente costero, otro hombre roba, y más hombres, todos tan amables, y las mujeres también, damas de rompe y rasga, y cobra. Roban. Están robando. Ahora mismo están robando. Cerca de aquí, de allá, de acullá. Roban. Mientras usted lee.

Se roba en España, se roba mucho. Y no me refiero ahora a los integrantes de esas bandas del ...

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En la oficina, en su ángulo oscuro, silencioso y cubierto de cieno, un hombre roba. Un hombre roba, y una mujer también, a su lado, o un poco más lejos, mejor la discreción. Un hombre y una mujer roban, y más mujeres y más hombres. Y en el municipio vecino, probablemente costero, otro hombre roba, y más hombres, todos tan amables, y las mujeres también, damas de rompe y rasga, y cobra. Roban. Están robando. Ahora mismo están robando. Cerca de aquí, de allá, de acullá. Roban. Mientras usted lee.

Se roba en España, se roba mucho. Y no me refiero ahora a los integrantes de esas bandas del Este que vienen al Oeste a desvalijar chalets, a dar palizas a empresarios, a ancianos, a gentes del común, a comerciantes. No me refiero a esos desalmados que campan a sus anchas por el País Valenciano porque saben que no hay policías suficientes para perseguirles, ni ganas acaso, ni medios, ni nada. Se roba en España, también en Cataluña, que forma parte de España supongo; se roba el tres por ciento, y el cinco y el veinte. Se roba en las oficinas, y en sus afueras de bares y transferencias. Se financian así los ladrones más respetables sus casas y apartamentos, sus coches de firma, sus todoterrenos. Se roba, laboriosamente se roba. Los circunspectos gerifaltes roban y pagan así las estancias de sus hijos en América, también las estancias propias en galpones de oro y puterío. Se roba y se ríen los que roban de los que no roban (y son robados). ¡Ellos sí que saben lo que es el mundo...! ¡Lo que yo te contaría, muchacho...!

Se roba, se habla de ética, se roba. Se roba, se habla de dignidad, de derechos humanos, se roba. Se roba, se habla de justicia social, se roba. Y se roba a todos los ciudadanos. Porque las comisiones ilegales las cobran después las empresas por otro lado, incorporando las mordidas a sus presupuestos y a los muy sustanciosos reformados. Se roba y se roba y los ciudadanos pagan esos robos, y el robo sigue, y la lluvia de dinero incesante, y ni juez ni parte, ni ley ni guardias lo evitan ni lo evitarán. Se roba y se roba. Tan cerca de usted.

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