Las prisiones reparten 13.000 jeringuillas cada año

Las enfermerías penitenciarias repartieron 12.991 jeringuillas en 2002 entre los reclusos, según una portavoz de Instituciones Penitenciarias. El programa de reducción de daños empezó en 1997 en Basauri (Vizcaya), y en 2002 se extendió a todos los centros competencia de la Administración central. Cataluña tiene un sistema penitenciario propio donde el programa de reducción de daños no está implantado.

El resultado de la iniciativa ha sido "plenamente satisfactorio", señala la portavoz de Instituciones. La mayoría de las jeringuillas que se reparten son retráctiles [la aguja se mete en e...

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Las enfermerías penitenciarias repartieron 12.991 jeringuillas en 2002 entre los reclusos, según una portavoz de Instituciones Penitenciarias. El programa de reducción de daños empezó en 1997 en Basauri (Vizcaya), y en 2002 se extendió a todos los centros competencia de la Administración central. Cataluña tiene un sistema penitenciario propio donde el programa de reducción de daños no está implantado.

El resultado de la iniciativa ha sido "plenamente satisfactorio", señala la portavoz de Instituciones. La mayoría de las jeringuillas que se reparten son retráctiles [la aguja se mete en el émbolo después de usada], lo que evita que puedan reutilizarse o emplearse como arma. "Es mucho más seguro que los utensilios que se fabricaban los presos para inyectarse, con bolígrafos o cosas peores", dice la portavoz.

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El programa contó con mucha oposición al principio por parte de los funcionarios, que temían que los reclusos usaran el material de inyección como un arma o que se traficara con ellas. Pero desde su implantación "no ha habido ni un problema de este tipo", destacan en Instituciones Penitenciarias. Para evitar pinchazos accidentales, los presos que lleven encima una jeringuilla deben avisarlo durante un cacheo, y si no el material tiene que estar en la caja con la que se les suministra y en lugar visible.

El sistema funciona voluntaria y anónimamente. El recluso que lo desea se apunta a un programa y sólo tiene que dar su nombre al médico de la prisión. Cuando el interno quiere material nuevo de inyección, basta con que acuda a la enfermería y devuelva el ya usado, que se guarda en bidones para destruir. Cada preso puede intercambiar el material de inyección todas las veces que lo necesite, explica el ex presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, Pablo Sáiz.

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