El Gobierno de Sudán y los rebeldes del sur ponen fin a 22 años de guerra civil

El pacto abre la vía para la secesión del sur del país y permite compartir los ingresos petroleros

El Gobierno de Sudán y los rebeldes del sur pusieron ayer fin a más de dos décadas de guerra civil con la firma de un acuerdo de paz. El pacto, logrado tras tres años de negociaciones y respaldado por Estados Unidos y la UE, prescribe que la ley islámica no será aplicada en el sur por seis años. Tras este periodo, los habitantes de la región rebelde podrán votar la secesión. Si el país permanece unido, los combatientes de ambos bandos formarán un único ejército. Además, y con efecto inmediato, las partes acordaron compartir las ganancias por las ventas de petróleo.

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El Gobierno de Sudán y los rebeldes del sur pusieron ayer fin a más de dos décadas de guerra civil con la firma de un acuerdo de paz. El pacto, logrado tras tres años de negociaciones y respaldado por Estados Unidos y la UE, prescribe que la ley islámica no será aplicada en el sur por seis años. Tras este periodo, los habitantes de la región rebelde podrán votar la secesión. Si el país permanece unido, los combatientes de ambos bandos formarán un único ejército. Además, y con efecto inmediato, las partes acordaron compartir las ganancias por las ventas de petróleo.

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Tras el apretón de manos hubo bailes africanos, canciones, vítores e invocaciones a Dios y a Alá para celebrar el fin de una guerra que se ha cobrado la vida de más de dos millones de personas, a causa de los combates, el hambre y las enfermedades exacerbadas por la contienda. La guerra ha enfrentado desde 1983 al norte musulmán con los rebeldes del sur, que se levantaron en armas cuando el régimen de Jartum impuso la sharia o ley islámica en todo el país, incluido el sur, donde la población es mayoritariamente animista o cristiana. Las conversaciones de paz se iniciaron en 2002 y han desembocado en la firma de siete protocolos y un acuerdo de alto el fuego permanente.

Los acuerdos prevén un periodo de transición de seis años durante el cual la ley islámica no será aplicada a las comunidades sureñas y a cuyo término se celebrará un referéndum en el que la población decidirá si se independiza del norte musulmán. Si esto no se produce, los militares de ambos bandos formarán un único ejército que se calcula tendrá unos 40.000 efectivos. Las partes también han acordado compartir al 50% los beneficios de los yacimientos petrolíferos, el dispositivo de seguridad que prevalecerá en el país durante la transición, fórmulas para compartir el poder político y el estatus y administración de las montañas de Nuba, el Nilo Azul y Abyei, regiones entre el norte y el sur del país en disputa por ambas partes.

El documento por el que se garantiza la paz fue firmado por el vicepresidente sudanés, Ali Osman Mohamed Taha, y el líder del rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS), John Garang, en un estadio de Nairobi, capital de Kenia. El jefe de Estado del país anfitrión, Mwai Kibaki, y el de Uganda, Yoweri Museveni, fueron los testigos de honor de un acto al que asistieron también los presidentes de Tanzania, Argelia, Ruanda, Burundi y Somalia, los primeros ministros de Etiopía y Chad, los vicepresidentes de Suráfrica y Nigeria, el secretario general de la Liga Árabe, diplomáticos de otros países y la keniana Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz.

Apoyo de EE UU y la UE

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El secretario de Estado de EE UU, Colin Powell, fue la primera personalidad internacional que suscribió el documento como testigo, y le siguieron representantes de la UE y la ONU. Powell reiteró que Sudán "es una prioridad" para el presidente estadounidense, George W. Bush, y prometió el apoyo de EE UU. También se refirió al conflicto paralelo de la región noroccidental de Darfur, que desde febrero de 2003 ha causado más de 70.000 muertos y más de un millón de desplazados. "Queremos ver desde hoy rápidas negociaciones para acabar con el conflicto de Darfur", señaló el secretario de Estado. El presidente sudanés afirmó que este acuerdo de paz es "una hoja de ruta para resolver el conflicto de Darfur" y aseveró que una vez haya paz en todas las esquinas del país, "Sudán será un ejemplo de tolerancia y de coexistencia de diversas tradiciones".

El comisario europeo de Desarrollo, Louis Michel, dio ayer desde Bruselas la enhorabuena a las partes por haber concluido con éxito las negociaciones y señaló que la Comisión Europea está dispuesta a apoyar tanto financiera como técnicamente la aplicación del acuerdo de paz. Michel expresó que el pacto debería allanar el camino para la rehabilitación y reconstrucción de todas las partes de Sudán, "aliviando así el gran sufrimiento" de la población.

El presidente keniano recalcó que la paz sudanesa también marca "una nueva era en África en la que los conflictos pueden ser resueltos pacíficamente y a través del diálogo". "Si África va por detrás del mundo es principalmente debido a los conflictos. No podemos permitirnos resolver nuestras diferencias mediante la guerra", dijo Kibaki.

El líder del rebelde EPLS, John Garang, se refirió a la paz como "el mejor regalo de año nuevo posible". "Ya no caerán bombas desde el cielo y podremos oír cantar a los niños", dijo Garang, quien ordenó la liberación inmediata de todos los prisioneros de guerra en custodia del EPLS. "Este acuerdo cambiará Sudán para siempre y traerá transformación democrática y una unidad basada en la voluntad del pueblo y no en la guerra", agregó.

Colin Powell saluda al vicepresidente sudanés, Ali Osman Mohamed Taha, junto al líder rebelde, John Garang.REUTERS

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