Editorial:

Trampa viaria

No hace falta que los temporales de nieve y frío alcancen en España dimensiones fuera de lo normal para que hagan saltar por los aires el sistema de transportes, saquen a la luz carencias de medios y fallos de funcionamiento en los servicios de protección civil, y provoquen situaciones que bordean la emergencia humanitaria en las vías de comunicación. El que ha azotado hasta ayer Castilla y León puede calificarse de fuerte, sobre todo en la provincia de Burgos, pero no deja de ser un fenómeno atmosférico estacional. Sin embargo, ha bastado para colapsar durante horas las principales arterias v...

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No hace falta que los temporales de nieve y frío alcancen en España dimensiones fuera de lo normal para que hagan saltar por los aires el sistema de transportes, saquen a la luz carencias de medios y fallos de funcionamiento en los servicios de protección civil, y provoquen situaciones que bordean la emergencia humanitaria en las vías de comunicación. El que ha azotado hasta ayer Castilla y León puede calificarse de fuerte, sobre todo en la provincia de Burgos, pero no deja de ser un fenómeno atmosférico estacional. Sin embargo, ha bastado para colapsar durante horas las principales arterias viarias y dejar atrapados en el interior de sus vehículos a varios miles de ciudadanos que retornaban a sus hogares el día de Navidad.

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Lo verdaderamente irritante es que esta situación no difiere mucho de la vivida hace menos de un año en esa misma zona. El PSOE, entonces en la oposición, acusó al Gobierno del PP de imprevisión. Pero, más que imprevisión -el temporal estaba más que anunciado-, lo que se pone de manifiesto en ésta como en otras ocasiones es una escandalosa falta de puesta a punto de los efectivos públicos disponibles -materiales y humanos- para evitar los efectos más perniciosos del invierno. Parece como si la nieve siempre cogiera por sorpresa a quienes tienen la misión de quitarla de las carreteras. Las máquinas o llegan tarde o no llegan, porque son insuficientes. Fomento ha cifrado en 600 las quitanieves que el fin de semana han actuado en la zona del temporal. Pero no parece que estuvieran en el lugar y momento adecuados para evitar que miles de ciudadanos quedaran atrapados.

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Es cierto que el Gobierno ha dado la cara poniéndose al frente del operativo desplegado. Los efectivos de la División Acorazada Brunete enviados a los puntos más conflictivos han prestado una valiosa ayuda a algunos automovilistas. Pero se trata de una reacción insuficiente. La eficacia de una Administración pública se demuestra cuando se advierte la posibilidad de una emergencia: teniendo las quitanieves en el lugar adecuado, a la Guardia Civil desplegada en su sitio y los dispositivos a punto. También los ciudadanos tienen que ser responsables y no aventurarse en medio de un temporal de nieve sin cadenas. Se trata de no contribuir al caos, como hacen las concesionarias de autopistas permitiendo que éstas se conviertan en una ratonera para centenares de vehículos.

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