Reportaje:LA INMIGRACIÓN, POR DISTRITOS | Moncloa-Aravaca

Los 'herederos' de Lucrecia

El asesinato en 1992 de una dominicana conmocionó a la sociedad en este distrito, en el que el 12% de los vecinos es extranjero

Suena tímidamente una bachata en una casa baja de una calle de Aravaca y su inquilina cierra la ventana por si alguien se molesta. Dentro viven seis dominicanos, de los pocos que ya quedan en este barrio de Moncloa-Aravaca. Se han tenido que trasladar, por culpa de los altos precios del alquiler, a otras zonas de la capital como Usera o Villaverde. Aravaca fue testigo el 13 de noviembre de 1992 del asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez Matos. Fue hace 12 años y un día. Lucrecia encontró la muerte en la discoteca Four Roses, un lugar donde se reunía la gente guapa antes de convertirse en un...

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Suena tímidamente una bachata en una casa baja de una calle de Aravaca y su inquilina cierra la ventana por si alguien se molesta. Dentro viven seis dominicanos, de los pocos que ya quedan en este barrio de Moncloa-Aravaca. Se han tenido que trasladar, por culpa de los altos precios del alquiler, a otras zonas de la capital como Usera o Villaverde. Aravaca fue testigo el 13 de noviembre de 1992 del asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez Matos. Fue hace 12 años y un día. Lucrecia encontró la muerte en la discoteca Four Roses, un lugar donde se reunía la gente guapa antes de convertirse en una tumba. Le alcanzaron dos balas disparadas por cuatro individuos que habían decidido "dar un susto a los sudacas".

"Cuando llegamos, dormíamos en casas abandonadas porque nadie nos alquilaba"
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Antes de ser asesinada, Lucrecia se reunía en Aravaca con otros inmigrantes caribeños. Había llegado a Madrid para trabajar como empleada doméstica, pero la dueña de la casa la echó a la calle porque no sabía usar la lavadora. Lucrecia y los otros caribeños llenaban la plaza del barrio, un lugar en el que ahora apenas se ve a cuatro o cinco extranjeros paseando. "Esto ya no es lo que era. Muchos se han tenido que ir. En el 92, esto se ponía imposible". Donato Sánchez señala con nostalgia a la plaza vacía. Él es uno de los dominicanos que, después de 13 años viviendo en Aravaca, ha tenido que dejar el barrio. Acude todos los días al barrio porque sigue allí, pero la vivienda es ya inaccesible: el metro cuadrado en el distrito cuesta 3.490 euros.

En Aravaca viven 2.818 extranjeros, que representan el 12,3% del barrio. Cifra similar al porcentaje de inmigrantes que hay en todo el distrito de Moncloa-Aravaca: un 12,1% (14.534 sobre una población de 119.675 personas). Como en toda la capital, en el distrito predominan los ecuatorianos (3.520), seguidos de colombianos (1.199) y de rumanos (951). Los dominicanos suman 654. En Aravaca, todos han oído hablar de lo que le pasó a Lucrecia. "Antes de venir para acá ya nos contaron y..., pues te da miedo, claro", cuenta Manuel Trinidad, uno de los seis inquilinos de la casa baja donde suena bachata. Con él viven su cuñada Dolores, su marido y los tres hijos de ambos. Llegaron mucho después de aquel suceso, que supuso el primer asesinato racista en España.

Ya quedan pocos de los que compartieron hace 12 años momentos con Lucrecia. Está Denia Pineda, que ahora tiene 31 años. "Yo también soy del pueblo de Vicente Noble, como ella; por eso la conocía. Cuando llegamos a Aravaca, dormíamos en casas abandonadas porque nadie nos quería alquilar. Yo estuve hasta una semana durmiendo en una cabina de teléfonos", cuenta Denia dentro del bar La Cueva, el único reducto que queda en el barrio para que se reúnan los dominicanos. El bar tiene una pintura que evoca al Caribe y un ventilador. Pero no pueden poner la música alta ni cerrar tarde. Denia compartió algunas noches con Lucrecia en una casa abandonada que ahora es un taller de coches y que por aquel entonces los inmigrantes conocían como El Tinte. "Me enteré de que la habían asesinado a la mañana siguiente; todos los dominicanos fuimos hasta donde la mataron en peregrinación", recuerda.

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Ahora, 12 años después, esta mujer paga en Aravaca 400 euros por una habitación de alquiler y está desesperada porque su sueldo de empleada del hogar apenas le da para cubrir los gastos básicos. La semana pasada aumentaron sus preocupaciones: la llegada de una sobrina, a la que ha tenido que meter en su misma habitación. El fenómeno de las chicas dominicanas que, como Lucrecia, llegaron a principios de los noventa ha dado paso a otro tipo de población que entre sus costumbres no está la de concentrarse con sus compatriotas en los lugares públicos. Hay muchas mujeres de Europa del Este (rusas y rumanas) trabajando en las urbanizaciones de lujo del barrio.

A Aravaca se suman otros barrios en este distrito, en general, bastante desperdigado: Casa de Campo, Argüelles, Ciudad Universitaria, Valdezarza, Valdemarín y El Plantío. Existen grandes diferencias sociales entre unos barrios y otros. Zonas ricas como Puerta de Hierro hacen que éste sea uno de los distritos de mayor renta per cápita: 16.229 euros anuales. El desempleo sólo afecta a un 7% de los habitantes. Si en los años noventa los inmigrantes se reunían en Aravaca, ahora ese fenómeno se ha trasladado a la Casa de Campo o el Parque del Oeste, donde se concentran los fines de semana.

En el barrio de Argüelles destaca el colegio de Portugal, el único público de la zona, donde hay un curioso crisol de alumnos: norteamericanos, japoneses, filipinos, magrebíes, colombianos o ecuatorianos. El colegio de Estados Unidos, en la avenida del Manzanares, también lleva trabajando la interculturalidad desde 1994, por la presencia de niños gitanos que residen en un campamento cercano.

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