OPINIÓN DEL LECTOR

Provincianismo

A Camps le ha faltado tiempo para desmarcarse -"No cabe en el proyecto de la Comunidad Valenciana", soltó- de la propuesta del "Arco Mediterráneo" del presidente Maragall de constituir un marco de referencia amplio y abierto en el contexto europeo. Camps no ha explicado cuál es el tal "proyecto", ni si es invención suya, si es fruto de la política del PP de negar las evidencias, o si responde al deseo mayoritario del pueblo valenciano -que él interpreta por telepatía- porque referendúm no ha hecho. Lo que es evidente es la poca visión de futuro del presidente valenciano, encerrado en su provin...

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A Camps le ha faltado tiempo para desmarcarse -"No cabe en el proyecto de la Comunidad Valenciana", soltó- de la propuesta del "Arco Mediterráneo" del presidente Maragall de constituir un marco de referencia amplio y abierto en el contexto europeo. Camps no ha explicado cuál es el tal "proyecto", ni si es invención suya, si es fruto de la política del PP de negar las evidencias, o si responde al deseo mayoritario del pueblo valenciano -que él interpreta por telepatía- porque referendúm no ha hecho. Lo que es evidente es la poca visión de futuro del presidente valenciano, encerrado en su provincianismo, y cuando mira hacia fuera lo hace deslumbrado por Madrid -aunque sea por el modelo de comunidad florero de Esperanza Aguirre- porque en Madrid, lo que se dice Madrid, ahora mandan "los otros". El presidente tiene ahora otras urgencias que participar en propuestas que avalen el futuro de los valencianos y nos proyecten hacia Europa: el equilibrio de fuerzas con su antes mentor, y ahora adversario, Zaplana; en vez de pensar en cómo potenciar la economía del País, elevar su nivel educativo y cultural, consolidar su autoestima, garantizar el uso constitucional de la lengua propia e ilusionar a las generaciones de jóvenes... Frente a eso, lanza pelotas fuera y nos aisla del auténtico eje de progreso; mientras, curiosamente su íntimo -o más íntimo de Zaplana- el presidente balear Jaume Matas, se apunta a la propuesta de Maragall. Pero, Camps, no. De momento, porque cuando las fuerzas económicas locales se encuentren fuera de la órbita de un mercado flexible y dinámico, la patronal valenciana le pedirá responsabilidades y le obligará a cambiar de opinión. Y ya comienza a hacerlo. Se sabe que "quien paga, manda".

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