Reportaje:

Bruselas recupera su vieja sede

Durão Barroso estrenará despacho en el emblemático edificio cerrado hace 13 años

El nuevo presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, estrenará despacho en noviembre y, junto a él, miles de funcionarios europeos. Se prevé que para entonces esté en funcionamiento el edificio en forma de estrella, que acogió a los primeros mandatarios de la Unión Europea y que está vacío desde 1991 por culpa del cancerígeno amianto.

Las primeras mudanzas comenzarán la próxima semana y Barroso ya ha dado el visto bueno. Paradójicamente, la renovación de este edificio emblemático varado en el centro europeo de Bruselas, al que se conoce como el Berlaymont, ha caminado ...

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El nuevo presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, estrenará despacho en noviembre y, junto a él, miles de funcionarios europeos. Se prevé que para entonces esté en funcionamiento el edificio en forma de estrella, que acogió a los primeros mandatarios de la Unión Europea y que está vacío desde 1991 por culpa del cancerígeno amianto.

Las primeras mudanzas comenzarán la próxima semana y Barroso ya ha dado el visto bueno. Paradójicamente, la renovación de este edificio emblemático varado en el centro europeo de Bruselas, al que se conoce como el Berlaymont, ha caminado más lentamente que la construcción europea: el euro y la ampliación han ganado al ladrillo.

La gestión de las obras por parte del Estado belga, dueño del edificio, ha sido tan lamentable que el coste de las obras se ha multiplicado por seis y los aplazamientos para su entrega han sido de varios años. Pero ayer unos 200 de los 950 periodistas acreditados en las instituciones europeas pudieron visitarlo y constatar que, esta vez sí, la Comisión, ahora dispersa en oficinas de Bruselas, está a punto de recuperar su sede central. El destino ha querido que coincida con el estreno de la nueva Comisión, formada por 25 comisarios, uno por cada país de la nueva UE ampliada.

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Acorde con los nuevos tiempos, las salas de reuniones disponen de pantallas encastradas en las mesas para seguir las presentaciones por ordenador sin necesidad de forzar una tortícolis. En los 241.515 metros cuadrados del edificio no hay un solo rincón para los fumadores. La boca del metro, que da acceso también al tren, está a las puertas del edificio para promover el transporte público y los sistemas de calefacción y refrigeración están ideados para consumir lo mínimo. El aire caliente de los despachos, por ejemplo, se utilizará para calentar el aparcamiento (de 1.223 vehículos). Paneles móviles de cristal rodean el edificio y se orientan automáticamente para captar y reflectar el máximo de luz hacia dentro, lo que la luz artificial compensará en cada momento.

Pero la característica principal del edificio es que vuelve a la vida dotado de una capacidad específica para adaptarse a los constantes cambios de la UE. Las estancias están conformadas por módulos, así que los despachos pueden crecer o reducirse fácilmente, como la mesa de reuniones de la Comisión, que tendrá 26 asientos, que pueden aumentar hasta los 35. Como explica uno de los guías de la visita, en este edificio europeo lo único que es fijo son las ventanas que dan al exterior.

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Un trabajador de la limpieza ante la renovada sede de la Comisión Europea en Bruselas.REUTERS

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