Reportaje:ANÁLISIS: EL MAYOR CONFLICTO DEL MUNDO

Los ayatolás cogen aire

El régimen de los ayatolás asiste paciente y complacido a la posguerra iraquí, que cada día realza más la influencia de Irán en la zona y le convierte en un factor clave para la pacificación de Oriente Próximo. Irán temía que una rápida victoria de Estados Unidos en Irak se uniera a la conseguida en Afganistán para formar una pinza estratégica que terminara con la República Islámica, implantada revolucionariamente por el imán Jomeini en 1979. La violenta posguerra, sin embargo, ha jugado a favor del Gobierno teocrático, que ahora, además de elevar su imagen internacional, clama venganza por la...

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El régimen de los ayatolás asiste paciente y complacido a la posguerra iraquí, que cada día realza más la influencia de Irán en la zona y le convierte en un factor clave para la pacificación de Oriente Próximo. Irán temía que una rápida victoria de Estados Unidos en Irak se uniera a la conseguida en Afganistán para formar una pinza estratégica que terminara con la República Islámica, implantada revolucionariamente por el imán Jomeini en 1979. La violenta posguerra, sin embargo, ha jugado a favor del Gobierno teocrático, que ahora, además de elevar su imagen internacional, clama venganza por la guerra desatada por Sadam Husein en 1980, hasta el punto de exigir al tribunal iraquí que le juzga por crímenes contra la humanidad que incluya en el acta de acusación el ataque contra Irán y la utilización de armas químicas contra 100.000 de sus soldados.

Tras un cuarto de siglo de Gobierno y ante la dramática situación que atraviesa Oriente Próximo, una oleada de pragmatismo recorre Irán
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Los ayatolás no caben en sí de gozo. El reconocimiento por el primer ministro británico, Tony Blair, a comienzos de julio, de que la guerra de Irak fue un "error" ha supuesto un espaldarazo al Gobierno iraní, que siempre estuvo en contra de la contienda contra su más feroz enemigo. Pero donde Teherán ha logrado mayores ganancias ha sido en la investigación del Comité de Inteligencia del Senado norteamericano, cuyo informe critica las "equivocaciones" cometidas por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y otros servicios secretos en la valoración de la amenaza que suponían los programas iraquíes de armamento nuclear, biológico y químico.

Irán, incluido en lo que George Bush denominó "el eje del mal", junto con el Irak de Sadam y Corea del Norte, ha visto con ese informe cómo se alejaba la posibilidad de ser la siguiente víctima de la doctrina de ataques preventivos de la Casa Blanca. Teherán, que hace más de un año logró un acuerdo con Francia, el Reino Unido y Alemania para mejorar su cooperación con el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), insiste en que la central nuclear que levanta con ayuda de Rusia a orillas del golfo Pérsico no tiene fines militares, sino simplemente de generación de electricidad. Tras el fracaso de su espionaje en la crisis de Irak, Washington tendría que mostrar pruebas contra Irán mucho más contundentes para justificar un ataque.

El régimen también se siente fortalecido en el ámbito interno. Las elecciones parlamentarias de febrero pasado fueron consideradas casi como un referéndum sobre su gestión. El líder supremo, Alí Jamenei, y sus acólitos en el Consejo de Guardianes, que habían eliminado de las listas electorales a la mayoría de los candidatos reformistas, se enfrentaban al boicoteo masivo de los comicios solicitado por éstos. Pero aunque por los pelos -un 50,6% de participación-, los ayatolás lograron el aprobado, y, puesto que los electores aperturistas no votaron, los conservadores se hicieron con una aplastante mayoría en el Parlamento.

El ala dura del régimen ha cerrado filas a la espera del momento en que se haga con la totalidad del poder sin interferencias de los reformistas, y avanza con paso firme hacia las presidenciales, previstas para dentro de seis meses. Por vías distintas, conservadores y reformistas parecen haber llegado a la misma conclusión: la experiencia de una doble voz ha sido funesta. Para los conservadores, porque se han visto privados de las mieles internacionales de que ha gozado el presidente, Mohamed Jatamí, junto con su Gobierno y Parlamento reformistas, y quieren ser ellos los interlocutores de Occidente y los que estrechen la mano que, antes o después, esperan que les tienda Estados Unidos. Para los reformistas, porque, tras ocho años de darse de bruces con las instancias superiores del régimen, han tirado la toalla al comprender que por la vía parlamentaria no se puede acabar con la teocracia.

Convidados de piedra

Los más de 70 millones de iraníes asisten como convidados de piedra a los enjuagues políticos de los ayatolás. La mayoría está abiertamente en contra del régimen, pero el ejemplo de Irak y el resultado de la revolución contra el sha han teñido el desencanto con una capa de hipocresía. La población ha optado por conformarse con llevar una doble vida: la que le impone de puertas afuera la cohorte de mulás, y la que viven de puertas adentro, donde casi todo es válido, desde el alcohol al opio, desde los más exuberantes escotes a la prostitución.

Pese a que las inspecciones del OIEA han dejado al descubierto que Irán tenía desde hace más de una década un programa de enriquecimiento de uranio -la base del arma atómica-, el Gobierno sostiene que ha sido leal en su compromiso con Europa de abrir las puertas a los inspectores del OIEA. Reitera además que está dispuesto a una mayor cooperación si en contrapartida recibe ayuda de Occidente para dotarse de una central nuclear de uso civil, y, sobre todo, si obtiene el apoyo necesario para impulsar la modernización de su economía, crear empleo y mejorar el nivel de vida de la población.

Decenas de millones de iraníes que apoyaron la revolución contra el Gobierno corrupto y dictatorial del sha siguen, 25 años después, sin ver los beneficios de ello y, lo que es más triste, sumidos en la misma pobreza, mientras una minoría nada en la abundancia. Los arrabales del sur de Teherán que alzaron a Jomeini hasta el poder son los mismos que pueden levantarse cansados de promesas incumplidas. Cuando estalló la guerra con Irak, Irán pidió paciencia a sus legiones de desharrapados, pero la contienda terminó hace 16 años y, sobre todo los jóvenes, están hartos de escuchar excusas sobre una mejora económica que nunca llega.

Tras ese cuarto de siglo de Gobierno y ante la dramática situación que atraviesa Oriente Próximo, una oleada de pragmatismo recorre Irán. Los ayatolás, que cuentan a Pekín como uno de sus más firmes aliados, sueñan con un régimen a la China, de poder político monolítico e indiscutido y capaz de lograr un pujante crecimiento económico.

Irán

-69 millones de habitantes.

- 1.648 millones de kilómetros cuadrados.

- 7.000 dólares de renta 'per cápita'.

- Economía basada en el petróleo, que le ha permitido amasar unas reservas en divisas de 22.000 millones de dólares. Crece a un ritmo del 6% anual.

- Religión: musulmana chií (90%) y suní (9%).

- República islámica. Presidente: Alí Jamenei.

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