Editorial:

Amordazar la inflación

La inflación vuelve a ser un problema. No sólo en España, aunque es en nuestra economía donde, además del impacto específico de la elevación en el precio del petróleo (un 23% más caro en junio que un año atrás), no ceja la presión alcista de algunos componentes tradicionalmente inflacionistas, como los alimentos. El incremento de junio en dos décimas ha situado la tasa interanual en el 3,5%, la más elevada desde marzo de 2003. La de los alimentos elaborados está en el 4%; los servicios, en el 3,8%, y las manufacturas, más expuestas a la competencia internacional, en el 1%.

Lo peor es qu...

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La inflación vuelve a ser un problema. No sólo en España, aunque es en nuestra economía donde, además del impacto específico de la elevación en el precio del petróleo (un 23% más caro en junio que un año atrás), no ceja la presión alcista de algunos componentes tradicionalmente inflacionistas, como los alimentos. El incremento de junio en dos décimas ha situado la tasa interanual en el 3,5%, la más elevada desde marzo de 2003. La de los alimentos elaborados está en el 4%; los servicios, en el 3,8%, y las manufacturas, más expuestas a la competencia internacional, en el 1%.

Lo peor es que la denominada inflación subyacente (excluidos los precios más volátiles de los alimentos frescos y la energía) ha subido al 2,8%. Los alimentos no elaborados se han encarecido en 12 meses por encima del 6%, lo que refleja intensas diferencias entre los precios en origen y los finales. No puede sorprender que la ministra de Agricultura haya prometido una especial vigilancia del proceso rescatando el Observatorio creado por el anterior Gobierno. La actuación sobre la cadena de distribución, utilizando las posibilidades que ofrece la empresa pública Mercasa, es razonable, pero convendría no detenerse ahí.

Este crecimiento lleva en marcha desde hace demasiados meses, y si no se reconduce este repunte de la inflación que tanto daña a nuestra competitividad exterior -y no será fácil llevarlo a niveles inferiores al 3% al final del año-, el Gobierno puede encontrarse con una difícil tarea adicional a las ya importantes que tiene marcadas para mejorar la economía.

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