Crítica:ESTRENOS | 'Lee mis labios' . 'Incautos'

Sordera dominante

Lee mis labios, cine negro dirigido por Jacques Audiard, que tiene como protagonista a una mujer sorda con facultades para ejercitar la actividad del título de la película. Ganadora de tres premios César en el año 2002, Lee mis labios cuenta el intercambio de poderes entre un ex presidiario con dificultades para adaptarse a su nueva existencia en libertad y una tímida secretaria maltratada por los que la rodean y apocada por su defecto. Dos indefensos que utilizan sus pocas facultades para ayudarse mutuamente y, de paso, poner en común su desamparo. Audiard, que hace siete años t...

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Lee mis labios, cine negro dirigido por Jacques Audiard, que tiene como protagonista a una mujer sorda con facultades para ejercitar la actividad del título de la película. Ganadora de tres premios César en el año 2002, Lee mis labios cuenta el intercambio de poderes entre un ex presidiario con dificultades para adaptarse a su nueva existencia en libertad y una tímida secretaria maltratada por los que la rodean y apocada por su defecto. Dos indefensos que utilizan sus pocas facultades para ayudarse mutuamente y, de paso, poner en común su desamparo. Audiard, que hace siete años tuvo cierto éxito en España con la notable Un héroe muy discreto, narra su historia a través de este doble punto de vista, aunque al introducir el del ex convicto con el filme ya avanzado, disloca un tanto la atención del espectador.

LEE MIS LABIOS

Dirección: Jacques Audiard. Intérpretes: Vincent Cassel, Emmanuelle Devos, Olivier Gourmet. Género: cine negro. Francia, 2001. Duración: 115 minutos.

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En Lee mis labios se hace demasiado patente el desequilibrio entre el efectivo montaje, la buena dirección, apoyada por la excelente partitura de Alexandre Desplat (La joven de la perla), y la más que obvia escritura. A pesar de la originalidad del punto de partida, el también guionista Audiard sucumbe a la requetevista idea del personaje incapaz de escapar de su pasado por culpa de una deuda económica. Llegadas al punto de los compromisos monetarios pendientes, todas las películas parecen la misma. Es entonces cuando la parsimonia con la que está contada la historia se hace más ostensible y cuando el radical cambio de actitud y de imagen de la chica resulta más ridículo que verosímil.

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