GUIÑOS

Retratos

El retrato es un género fotográfico que reúne numerosos adeptos. Además de su doble función preliminar: identificatoria y recuerdo o memoria del pasado, ofrece una serie de informaciones suplementarias referidas al modelo y también al autor. Si la toma se prepara en rigidez de un escenario el observador puede descubrir gestos poco naturales donde se descubre la tensión de la espera, o la poca familiaridad del lugar, en el rostro del protagonista.

De quien la realiza descubrimos su intención creativa (irónica o formal) y ,por supuesto, la intención que imprime cuando trata de definir a q...

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El retrato es un género fotográfico que reúne numerosos adeptos. Además de su doble función preliminar: identificatoria y recuerdo o memoria del pasado, ofrece una serie de informaciones suplementarias referidas al modelo y también al autor. Si la toma se prepara en rigidez de un escenario el observador puede descubrir gestos poco naturales donde se descubre la tensión de la espera, o la poca familiaridad del lugar, en el rostro del protagonista.

De quien la realiza descubrimos su intención creativa (irónica o formal) y ,por supuesto, la intención que imprime cuando trata de definir a quien tiene delante su cámara. En el caso de que la toma sea improvisada, el documento adquiere mayores visos de naturalidad. Simplemente por que los gestos del rostro no están habitualmente forzados. Más difícil es ocultar la intencionalidad del autor, el hecho de que escoger entre los distintos negativos captados el que se va a trasladar al papel es prueba suficiente para poner su propósito y también su criterio.

La BBK, en su sala Gran Vía, nos ofrece una exposición donde se recogen retratos de personajes célebres hechos por fotógrafos de renombre. Su comisaria es Martine Soria y la titula A ambos lados del espejo. Resulta una colección de innegable interés ya que muchas de las fotos expuestas son autenticas obras maestras, donde brilla la mirada de Man Ray, la de Lucien Clergé, la de Gisèle Freund o la del polifacético Louis Conte de seudónimo John Craven, que además de fotógrafo, galerista o escritor fue espía durante la segunda guerra mundial.

No obstante, sin restar ningún interés a la exposición, una vez de haberla visto reiteradas veces, no quedan claros los criterios que la coordinadora baraja como esencia intelectual para presentar los 68 retratos en un solo bloque. No siento en este conjunto, tal como ella indica, "paralelismo y complementariedad con la pintura o la escultura". Me esfuerzo en comprenderlo, pero no es suficiente sustentarlo con que: "Mientras los pintores o los escultores piden a sus modelos posen para ellos muchas veces con el fin de perfilarles, escrutarles y reproducir sus imágenes, el fotógrafo solo dispone de una fracción de segundo para captar la imagen con las mismas exigencias de veracidad".

Necesitaría argumentos algo más convincentes pero todo queda bajo el poderío de unas imágenes espléndidas que hablan de la relación de fotógrafos de postín con intelectuales del arte, aunque también con gentes de la farándula y el papel couché, como es el caso de Jacky Onassis o Kennedy. Retratos que son opiniones contundentes, con inevitables aspectos abstractos, sobre los personajes que representan.

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