Tribuna:

Respeto

Mis primeros recuerdos de la fiesta del Corpus se remontan a mediados de los setenta, y aunque ya prácticamente olvidadas en el rincón de mi memoria, puedo poner a duras penas en pié lo que aconteció aquel día. Fue mi abuela la que me llevó esa mañana al centro, sin mi abuelo, algo extraordinariamente extraño para mí, un niño del Polígono de San Pablo vestido y peinado de domingo, sólo recuerdo nítidamente el romero inundando las calles (dicen que el olfato es el más poderoso de los recuerdos), Santa Justa y Rufina, la gente arrodillada ante el paso de la custodia, (nunca, hasta hace pocos año...

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Mis primeros recuerdos de la fiesta del Corpus se remontan a mediados de los setenta, y aunque ya prácticamente olvidadas en el rincón de mi memoria, puedo poner a duras penas en pié lo que aconteció aquel día. Fue mi abuela la que me llevó esa mañana al centro, sin mi abuelo, algo extraordinariamente extraño para mí, un niño del Polígono de San Pablo vestido y peinado de domingo, sólo recuerdo nítidamente el romero inundando las calles (dicen que el olfato es el más poderoso de los recuerdos), Santa Justa y Rufina, la gente arrodillada ante el paso de la custodia, (nunca, hasta hace pocos años, logré entender el sentido de un paso sin figuras, ni costaleros) y los churros con chocolate que era sinónimo de día de fiesta. Fueron estos mis primeros recuerdos del Corpus...y los últimos.

Por diversas circunstancias, no he vuelto a ver en vivo la procesión del Corpus, pero ahora se que ni había tanto romero en la calle, que la mayoría de la gente ha cambiado la respetuosa genuflexión cristiana por un delicado y menos costoso movimiento de cabeza, y que probablemente me acuerde de nuestras santas patronas, por ser las primeras en acabar con un interminable séquito de hombres enchaquetados. Los churros de la Casa de Soria por muy buenos que estuvieran no compensaron el madrugón de aquel día sin "cole".

Como sevillano que soy disfruto enormemente de nuestras fiestas populares, pero, según la opinión generalizada, la actual disposición del cortejo y la procesión del Corpus es demasiado "dura" para disfrutarla como la semana santa, un ejemplo de emoción y belleza que impregnan los sentidos. El Corpus, junto a la procesión de la virgen de los Reyes en Agosto son posiblemente los últimos reductos de los más creyentes, a los cuales, no puede ser de otra manera, respeto enormemente.

Junto a este respeto debido, ahora contemplo estas fiestas como una oportunidad ineludible a la hora de mostrar nuestra ciudad, sumando a esto las "otras Sevillas": la de las mañanas en la Alameda, la tecnópolis de la Cartuja, nuestro futuro puerto ampliado, los barrios florecientes en el extramuros, la construcción de nuestro sueño, el metro, e incluso.... la que se va a la playa.

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis es concejal del PSOE del Ayuntamiento de Sevilla.

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