Columna

Construcción: el otro capitalismo español

El capitalismo clásico del último siglo en España fue, en general, un capitalismo financiero en el que se daban participaciones cruzadas entre la banca y la industria. Poco a poco esto ha ido cambiando en parte, y apareciendo otras generaciones de empresas y empresarios, a menudo desligados de la gran banca. Esto es lo que está sucediendo sobre todo en el sector inmobiliario y de la construcción, donde la mayor parte de los bancos se han desprendido de sus participaciones cruzadas y han sido sustituidos o por las cajas de ahorro o por la financiación en las bolsas de valores, en las que cotiza...

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El capitalismo clásico del último siglo en España fue, en general, un capitalismo financiero en el que se daban participaciones cruzadas entre la banca y la industria. Poco a poco esto ha ido cambiando en parte, y apareciendo otras generaciones de empresas y empresarios, a menudo desligados de la gran banca. Esto es lo que está sucediendo sobre todo en el sector inmobiliario y de la construcción, donde la mayor parte de los bancos se han desprendido de sus participaciones cruzadas y han sido sustituidos o por las cajas de ahorro o por la financiación en las bolsas de valores, en las que cotizan las grandes constructoras e inmobiliarias.

El mapa del sector de la construcción es más volátil, por ejemplo, que el de Europa una vez caído el muro de Berlín. Cuando se iniciaba la transición española, allá por la segunda mitad de los años setenta, más de una veintena de empresas litigaban para quedarse con las licitaciones de obra pública y por la cuota de mercado en la construcción de viviendas. De aquéllas hoy sólo queda media docena y, muchas de ellas, con otra razón social: FCC, ACS, Acciona, Ferrovial, Sacyr-Vallehermoso u OHL. De ese mapa han desaparecido apellidos y razones más o menos históricos como los de Huarte, Durán, Aguirre Gonzalo, Agromán, Banús, Caprile, y han emergido otros que apenas hace una década eran semidesconocidos: Joaquín Rivero, Luis del Rivero, José Manuel Loureda, Florentino Pérez, la familia Jové, los Albertos... que se unen a la aristocracia del sector: los Entrecanales, Del Pino, etcétera.

En este tiempo se ha producido un espectacular proceso de fusiones y adquisiciones que ha hecho desconocido al sector. Recordemos algunas de ellas: en la segunda mitad de los noventa, Dragados y FCC intercambian un porcentaje de su capital; Entrecanales y Cubiertas se fusionan y nace Acciona; Florentino Pérez fusiona OCP y Ginés Navarro, y nace ACS; la francesa Vivendi (hoy Veolia) entra en el accionariado de FCC; Obrascón, Huarte y Lain se funden en OHL, al frente de la cual está Juan Miguel Villar Mir; y Ferrovial sale a Bolsa. Ya en este siglo, ACS compra el paquete de control de Dragados y deviene en el líder cuando se fusionan hace escasos meses; Sacyr toma el control de Vallehermoso y comienza a cotizar en Bolsa; Bami compra Metrovacesa; Acciona vende su patrimonio en la empresa de telecomunicaciones Vodafone España y gana sustanciales plusvalías, con parte de las cuales compra el 14% de FCC. Éste es el momento en el que estamos.

¿Por qué se produce tan espectacular proceso de concentración, que hace que en la clasificación de las 10 grandes constructoras europeas -por capitalización bursátil- haya cinco españolas, y por tamaño ACS esté tan sólo detrás de Bouygues y de Vinci? Al menos se pueden mencionar las siguientes razones: por el anterior minifundismo y atomización del sector que impedía a las empresas competir en igualdad de condiciones con sus homólogas exteriores, máxime cuando el mercado natural ya no es sólo el interior sino el latinoamericano, portugués, marroquí y, sobre todo a partir de ahora, el de Europa del Este; por los cambios regulatorios que hacen a las empresas más responsables de la calidad y el servicio; o porque en tiempos malos de las bolsas de valores, las constructoras devinieron en un valor refugio, al tener asegurado su futuro gracias al boom de la construcción de viviendas residenciales y a la aprobación del Plan de Infraestructuras 2000-2007, que suponía una inversión de más de 110.000 millones de euros.

La concentración aun no ha terminado. La antigua líder, FCC, vive en las últimas semanas momentos de gran incertidumbre: los franceses de Veolia, aliados de la empresaria Esther Koplowitz (con la que nunca se sintieron a gusto), han anunciado su intención de vender e irse. Koplowitz querría quedarse con parte de esa participación, reforzar su dominio y distribuir el resto entre socios financieros. Pero Acciona, controlada por la familia Entrecanales, ha ampliado su participación y aspira al porcentaje de Veolia. Una fusión FCC-Acciona cambiaría los perfiles y el liderazgo de la construcción española. La batalla continúa.

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