Columna

Imprevisible

Pide Teófila Martínez que la liquidación de la deuda de financiación que el Gobierno tiene con Andalucía se haga efectiva ya. Tiene razón en que los socialistas se comprometieron a liquidarla rápidamente, si Zapatero ganaba las elecciones, pero corre el riesgo de que alguien le recuerde que ella, primero siguió ciegamente la estrategia de acoso a Andalucía, diseñada por el Gobierno del PP y luego cometió la torpeza de condicionar el pago de la deuda a que ella ganara las elecciones. Las perdió, entre otras cosas por eso, pero ahora, aunque resulte su exigencia algo estridente, sin duda tiene r...

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Pide Teófila Martínez que la liquidación de la deuda de financiación que el Gobierno tiene con Andalucía se haga efectiva ya. Tiene razón en que los socialistas se comprometieron a liquidarla rápidamente, si Zapatero ganaba las elecciones, pero corre el riesgo de que alguien le recuerde que ella, primero siguió ciegamente la estrategia de acoso a Andalucía, diseñada por el Gobierno del PP y luego cometió la torpeza de condicionar el pago de la deuda a que ella ganara las elecciones. Las perdió, entre otras cosas por eso, pero ahora, aunque resulte su exigencia algo estridente, sin duda tiene razón en que tanto Chaves como Zapatero se han comprometido, uno a exigir y otro a pagar, luego están obligados a cumplir. Pero lo que más ocupa en este momento a los populares andaluces no es tanto lo que va a pasar con la deuda, como lo que no supieron ver cuando estaba pasando, es decir que se estaban equivocando. La insistencia en el error, la estrategia de negación del pan y la sal a los andaluces mientras no fuera el PP quien gobernara en Andalucía, no ha sido una buena estrategia; era algo que se estaba viendo claramente, algo avisado desde todas partes y, sin embargo, algo a lo que no quisieron renunciar y han pagado caro, porque perder las elecciones es lo peor que le puede pasar a un partido. Se equivocaron de estrategia, una estrategia que ha resultado suicida y que fue obra de un gobierno en el que estaba, no sólo aceptándola sino, según dicen, promoviéndola, el siempre líder de los populares andaluces, Javier Arenas, que ejercía su liderazgo desde lejos y de fin de semana en fin de semana. Tenía en Madrid un poder que aquí le hacía fuerte y le permitía tomar todo tipo de decisiones sin que ninguna fuera contestada. Ahora vuelve a Andalucía con la misión de recomponer las cosas, pero con la diferencia que acaso no sea esencial pero es cierta, de que ya no tiene el poder que tuvo en Madrid, donde ahora Rajoy impone su estilo y su gente. Así las cosas, los cambios que ahora está efectuando en el partido tendrán que pasar la prueba de resistencia del próximo congreso, extraordinario u ordinario, pero en todo caso posterior al congreso nacional y siempre ambos tras las elecciones europeas, que de ser otro fracaso llevaría las cosas en el PP, tanto nacional como andaluz, a un terreno imprevisible en este momento.

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