Chirac apuesta por mantener a Raffarin pese a la derrota

Giscard dimite del Consejo de Auvergne

Jean-Pierre Raffarin, o el primer ministro por defecto. Ésa es la impresión que provoca la decisión de Jacques Chirac de rechazar la dimisión y mantener al frente del Ejecutivo a un hombre quemado por una derrota electoral sin precedentes y unos sondeos muy desfavorables. Si Chirac, que encargó a Raffarin formar un nuevo Gobierno, sigue apostando por él es porque el calendario político le fuerza a ello y porque no tiene a nadie para reemplazarle.

El calendario político obliga a presentar, antes del verano, la reforma de la Seguridad Social. Es una reforma impopular, puesto que conlleva ...

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Jean-Pierre Raffarin, o el primer ministro por defecto. Ésa es la impresión que provoca la decisión de Jacques Chirac de rechazar la dimisión y mantener al frente del Ejecutivo a un hombre quemado por una derrota electoral sin precedentes y unos sondeos muy desfavorables. Si Chirac, que encargó a Raffarin formar un nuevo Gobierno, sigue apostando por él es porque el calendario político le fuerza a ello y porque no tiene a nadie para reemplazarle.

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El calendario político obliga a presentar, antes del verano, la reforma de la Seguridad Social. Es una reforma impopular, puesto que conlleva recorte de prestaciones y aumento de las contribuciones, pero es imprescindible para frenar el déficit público. Y ese mismo calendario recuerda que el 13 de junio habrá elecciones europeas. Demasiada responsabilidad inmediata y demasiados nubarrones para alguien que crea tener futuro político. Sólo un dirigente al que ya no le queda nada que perder, como Jean Pierre Raffarin, podía prestarse a la conveniencia del presidente de la República.

Para François Hollande, primer secretario del Partido Socialista, la continuidad del primer ministro "ignora cínicamente el mensaje enviado por los electores franceses". Para el presidente del grupo parlamentario socialista, Jean Marc Ayrault, "Jacques Chirac le ha hecho un corte de mangas al pueblo". El antiguo candidato ecologista a la presidencia en 2002, Noël Mamère, describe al presidente como "un anciano gastado por el poder, aislado en el palacio de El Elíseo, incapaz de comprender a los ciudadanos franceses". Los comunistas y los radicales de izquierda son aún más duros con el tándem Raffarin-Chirac.

Lo grave para el futuro Gobierno conservador, cuya composición debe desvelar hoy Jean-Pierre Raffarin, es que tampoco despierta grandes esperanzas entre los militantes o la opinión que debiera respaldarlo. Thierry Saussez, consejero del actual ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, percibe así la situación: "Hemos perdido ante la izquierda, pero en medio de la hostilidad de la derecha". Saussez recuerda que Sarkozy es el único político popular de su bando, "pero él no puede apagar todos los fuegos", y anuncia "una depresión entre la gente de la derecha".

Hervé Morin, presidente del partido de centro-derecha Unión para la Democracia Francesa (UDF) en la Asamblea Nacional, también pronostica tiempos "extremadamente difíciles" para el Ejecutivo de Raffarin, puesto que "si inicia cualquier reforma, inmediatamente verá cómo la opinión le recuerda la amplia derrota en las urnas".

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La derecha, en líneas generales, quiere explicarse la derrota de las elecciones regionales del 21 y 28 de marzo por una suma de factores: 1) los franceses no aceptan las reformas; 2) la división del voto provocado por la existencia de la centro-derechista UDF; 3) las elecciones triangulares impuestas por la presencia en la segunda vuelta de los comicios regionales del partido ultraderechista Frente Nacional (FN).

Los tres factores son reales, pero la interpretación, abusiva. Las reformas han sido rechazadas porque se han vivido como injustas -se reduce la presión fiscal sobre la clase media-alta al tiempo que se aumentan las tasas- e incoherentes; la UDF representa una corriente de pensamiento centrista, europeo y liberal, que el bonapartismo centralista de la Unión para un Movimiento Popular (UMP), del presidente Chirac, no ha querido respetar; la hipótesis de la desaparición del FN sólo se hubiera traducido, aritméticamente, en una derrota algo menos estrepitosa, pero derrota al fin y al cabo.

Parece que Jacques Chirac no ha querido ni tan sólo considerar la hipótesis de Sarkozy como primer ministro, quién sabe si porque temía una negativa a la oferta, quién sabe si porque no soportaría ver instalado en Matignon -la sede del primer ministro- al hombre que no tiene ningún reparo en autoanunciarse como su sucesor. Los rumores indican que Sarkozy busca ahora una gran cartera económica, que los llamados ministros "procedentes de la sociedad civil" serán sacrificados, que Dominique de Villepin podría ceder el Ministerio de Asuntos Exteriores al comisario europeo Michel Barnier para, a su vez, encontrarse él al frente de Interior.

Frágil interinidad

De momento, mientras se espera que hoy se dé a conocer la composición del nuevo Ejecutivo, un dato alimenta la sospecha de su frágil interinidad: François Bayrou, el líder de la UDF, decía ayer que mantener el mismo primer ministro significa que "no se había querido pasar página" ni tampoco "cambiar la manera de gobernar el país". La UDF, cuyo europeísmo probado podría ser útil al nuevo Ejecutivo, parece que estará ausente del mismo, es decir, la UMP no la quiere como satélite aliado, aunque así corre el peligro de convertir la formación de centro-derecha en un planeta autónomo. Todo un símbolo para un Gobierno al que el diario Le Monde le augura una duración de 100 días.

El duo Chirac-Raffarin no fue el único en salir derrotado de los últimos comicios. El ex presidente de la República Valéry Giscard d'Estaing, encargado del proyecto de Constitución Europea, anunció ayer su dimisión del Consejo Regional de Auvergne, que presidió durante tres mandatos, antes de ser apartado por la izquierda el pasado domingo, según informó France Presse.

Raffarin sale ayer del Elíseo tras su encuentro con Chirac.REUTERS

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