Reportaje:

Memoria de una época en extinción

Ex trabajadores y profesores luchan por recuperar y conservar los últimos vestigios del pasado industrial de Málaga

Hubo un tiempo en el que la costa malagueña ofrecía una imagen bien distinta a la actual. Gigantescas chimeneas humeantes y enormes edificios ocupaban buena parte de la franja que va desde San Pedro de Alcántara hasta Nerja. Eran los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX, cuando familias como los Heredia o los Larios se destaparon como los emprendedores de la época, montando todo tipo de industrias que se dedicaban, principalmente, a la fundición o a la producción de azúcar.

Por aquel entonces, Málaga figuraba como uno de los principales motores industriales de España...

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Hubo un tiempo en el que la costa malagueña ofrecía una imagen bien distinta a la actual. Gigantescas chimeneas humeantes y enormes edificios ocupaban buena parte de la franja que va desde San Pedro de Alcántara hasta Nerja. Eran los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX, cuando familias como los Heredia o los Larios se destaparon como los emprendedores de la época, montando todo tipo de industrias que se dedicaban, principalmente, a la fundición o a la producción de azúcar.

Por aquel entonces, Málaga figuraba como uno de los principales motores industriales de España, en rivalidad directa con otras capitales catalanas y vascas. Un siglo después, los escolares malagueños sólo pueden saber de este esplendoroso pasado a través de los libros de texto, ya que apenas si se conservan algunos vestigios que den fe del pasado industrial y obrero de una ciudad que a mediados del siglo pasado se volcó de lleno en el turismo, convirtiéndolo en su principal industria.

Lograr que lo que queda de ese pasado no se pierda es el objetivo que se ha marcado la Asociación Cultural para la Defensa del Patrimonio Industrial, compuesta por un grupo de ex trabajadores y varios profesores. "En 1998 nos concentramos la gente de Huelin ante la chimenea de Los Guindos para evitar que la echasen abajo con las obras del nuevo paseo marítimo. La gente se volcó y conseguimos que la chimenea siguiese en pie, como un monumento que, además de decorar, recuerda el pasado, las raíces de la ciudad", relata José Antonio Ruiz, ex tornero fresador y presidente de la asociación.

De esta forma echó a andar esta aventura a la que en poco tiempo se han sumado 30 personas, la mayoría ex trabajadores industriales. "Ellos aportan sus vivencias. El verdadero interés de esta historia es el sentimiento de la gente que vivió de la industria durante generaciones", explica Antonio Guzmán, profesor de Historia y uno de los cuatro técnicos de la asociación. "La industria es algo que forma parte de la vida de muchos malagueños. A poco que rascas, te das cuenta de que era la vida de esta ciudad antes de la llegada del turismo", añade.

En los últimos años, los pocos restos que quedaban repartidos por la capital malagueña han ido sucumbiendo al ritmo que marcaban las obras municipales o la construcción de viviendas. "Hasta los tradicionales barrios obreros han ido desapareciendo, como La Trinidad o El Perchel", apunta Ruiz, quien lamenta la poca conciencia reivindicativa que hay sobre esta parte de la historia de Málaga: "En diciembre del pasado año había aún 12 chimeneas en pie, pero Urbanismo permitió el derribo de la que había en la estación de la Renfe".

Para que esto no vuelva a pasar, la asociación ha catalogado las 11 chimeneas restantes y ha editado un almanaque que repasa la historia de cada una de ellas, labor en la que ha colaborado la Diputación de Málaga: "Pretendemos que estos edificios que albergaron industrias tengan un uso público, como ya han hecho en Nerja, donde la antigua fábrica de azúcar es ahora un instituto o en Torre del Mar, que conserva la azucarera como un museo y un centro de interpretación", comenta Ruiz.

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En su empeño de evitar que sigan desapareciendo estos monumentos, Ruiz, Guzmán y el resto de los socios se han encargado de hacer un inventario de ellos, además de buscar y recuperar las viejas maquinarias que aún perviven. Pero ahora necesitan que el Ayuntamiento de Málaga, cuyo alcalde, el popular Francisco de la Torre, se comprometió a ayudarles, les ceda, al menos, un local.

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