Reportaje:

¿Cambiar o desaparecer?

El organismo atómico de la ONU se ve forzado a revisar su función tras las recientes crisis nucleares

Programas de armamento nuclear en Irán, Irak, Corea del Norte, Libia, Pakistán. La lista se alarga y se hace cada día más preocupante. En todos estos casos aparece el mismo nombre: el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), cuyos inspectores siguen la pista del arma nuclear. Esta agencia de Naciones Unidas creada hace casi medio siglo, y hasta hace poco acostumbrada a trabajar en la sombra, se ha visto de repente sometida a la mayor presión política y mediática. La eficacia de sus inspecciones está en entredicho y EE UU y sus aliados ya plantean otro modelo, fuera de la órbita de...

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Programas de armamento nuclear en Irán, Irak, Corea del Norte, Libia, Pakistán. La lista se alarga y se hace cada día más preocupante. En todos estos casos aparece el mismo nombre: el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), cuyos inspectores siguen la pista del arma nuclear. Esta agencia de Naciones Unidas creada hace casi medio siglo, y hasta hace poco acostumbrada a trabajar en la sombra, se ha visto de repente sometida a la mayor presión política y mediática. La eficacia de sus inspecciones está en entredicho y EE UU y sus aliados ya plantean otro modelo, fuera de la órbita de la ONU, que va dando resultados. Si quiere sobrevivir, el OIEA tendrá que cambiar.

Las revelaciones recientes acerca de las actividades nucleares de Libia y Pakistán hicieron saltar todas las alarmas. El descubrimiento, tanto del programa militar de Libia como del tráfico de tecnología desde Pakistán, se hizo gracias a los servicios secretos estadounidenses y británicos. En ambos casos, los inspectores del OIEA brillaron por su ausencia. Varias voces se alzaron para pedir una reforma del sistema de control. El presidente estadounidense, George W. Bush, anunció el 11 de febrero medidas para luchar contra la proliferación de armas de destrucción masiva. Entre otras, propuso una reforma del organismo que contempla la prohibición para los Estados bajo investigación de participar en la Junta de Gobernadores, el órgano central de la agencia en el que se sientan 35 países. En la actualidad, Pakistán, envuelto en el tráfico de armamento nuclear, forma parte de este directorio.

"La propuesta de Bush es difícilmente aplicable en un organismo de Naciones Unidas, donde no puede haber discriminación", afirma John Simpson, ex asesor del secretario general de la ONU. El experto británico, sin embargo, admite que el acceso a datos sensibles crea un problema. "En un organismo multilateral no puede haber secreto. Cada miembro debe tener acceso a la información". Así, la agencia puede ser una fuente de conocimientos para los países que quieren procurárselo. Algo así como un policía camello.

El director general del OIEA, el egipcio Mohamed el Baradei, ha tomado conciencia de la amenaza. En un artículo publicado el 12 de febrero en The New York Times, afirmó que sentía "la misma preocupación" que el presidente Bush. Pero mientras los funcionarios de la ONU reflexionan, EE UU y sus aliados actúan. En mayo de 2003, Bush lanzó su Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación, una especie de cooperación reforzada entre países para combatir el tráfico de armas de destrucción masiva. El método surte efectos. En Corea del Norte, los inspectores del OIEA fueron expulsados el año pasado. Desde entonces, EE UU y cuatro países negocian el desarme norcoreano. En Libia, el coronel Muammar el Gaddafi reconoció la existencia de su programa militar y aceptó el desarme tras negociaciones secretas con estadounidenses y británicos. Tras estas iniciativas, dos visiones del orden internacional se enfrentan. Por un lado, el modelo multilateral que encarna el OIEA y el Tratado de No Proliferación (TNP) que lo sustenta; y del otro, el modelo unilateral al que tiende cada vez más la Administración norteamericana.

La polémica en torno al OIEA empieza a crear tensiones en su seno. "Hay intentos de imponer una visión política en la labor de la agencia, pero nuestro deber es resistir", afirma Francisco de Miguel, desde la representación permanente de España en la sede del organismo, en Viena.

Los 2.200 agentes del OIEA también tienen éxitos, a pesar de tener cada vez más misiones y un presupuesto congelado desde hace más de diez años. Gracias a su labor, Suráfrica y las repúblicas ex soviéticas fueron desarmadas. En Irán forzaron al régimen de los ayatolás a cooperar con la comunidad internacional y firmar el Protocolo Adicional al TNP, que permite inspecciones sin previo aviso, aunque en este caso las presiones ejercidas por los países de la UE quizás hayan hecho más que las inspecciones del OIEA para convencer a Teherán. Para Simpson, algo es seguro: "Si el OIEA no existiera, habría que inventarlo. Al menos establece reglas, dice lo que se puede hacer y lo que no. En el caso de Pakistán, si no existiera el OIEA y el TNP, nadie podría decir que lo que ha hecho está prohibido".

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