La Guardia Urbana patrulla en la Ciutadella para atajar la venta ilegal

Los agentes impiden también tocar percusión dentro del parque

Por primera vez en mucho tiempo, ayer por la tarde en el parque de la Ciutadella de Barcelona no se oía ni una mosca. Ni rastro de los jóvenes que acuden al recinto a tocar percusión, ni de los vendedores ambulantes que montan el chiringuito. Después de tres fines de semana informando sin éxito a los visitantes de que está prohibido tanto tocar como vender, ayer el problema se cortó de raíz con la presencia de la Guardia Urbana.

La operación policial que comenzó ayer -de la que formaron parte guardias urbanos y unidades de agentes antidisturbios del mismo cuerpo- y continuará hoy es la ...

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Por primera vez en mucho tiempo, ayer por la tarde en el parque de la Ciutadella de Barcelona no se oía ni una mosca. Ni rastro de los jóvenes que acuden al recinto a tocar percusión, ni de los vendedores ambulantes que montan el chiringuito. Después de tres fines de semana informando sin éxito a los visitantes de que está prohibido tanto tocar como vender, ayer el problema se cortó de raíz con la presencia de la Guardia Urbana.

La operación policial que comenzó ayer -de la que formaron parte guardias urbanos y unidades de agentes antidisturbios del mismo cuerpo- y continuará hoy es la culminación de la campaña informativa que el Ayuntamiento de Barcelona, a través de Parques y Jardines, comenzó hace tres semanas con el objetivo de atajar el mercadillo ilegal que desde hace unos meses se instala todos los festivos en uno de los paseos del parque, así como el improvisado festival de percusión que decenas de jóvenes protagonizan con sus djembés (tambores africanos) o instrumentos de percusión brasileña.

Óscar, Alberto y sus amigos fueron advertidos por la tarde de la prohibición. "Me han dicho los urbanos que si no paraba de tocar el cajón me lo requisaban", afirmaba resignado Óscar, que acudió con sus colegas para practicar flamenco. Más encendido, Alberto criticaba al Ayuntamiento: "El problema no es la música ni el ruido, el problema es la gente que tocamos. Si lleváramos traje y corbata no nos dirían nada". "Venimos aquí porque no tenemos para tocar en un local; si no, ¿de qué estaríamos pasando frío?", continuaba Alberto.

Además de la presencia policial, durante todo el fin de semana sólo están abiertas dos de las seis puertas del parque: la que se abre al paseo de Lluís Companys y la que se encuentra junto a la estación de Francia. "Se han cerrado puertas para facilitar el control de acceso", indicó ayer un portavoz de la Guardia Urbana.

Pese a la operación de ayer, el control se acentuará durante la jornada de hoy, puesto que los domingos son el día fuerte en la Ciutadella. Incluso en invierno o cuando el sol no acompaña, se instalan los puestos de artesanía y comida, y son centenares las personas que no fallan a la cita de lo que ayer un joven describía como un "Woodstock espontáneo".

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