LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA

Lo que los obispos quieren enseñar

Los delegados diocesanos piden a sus profesores que den "testimonio"

Los obispos quieren llevar a la escuela su doctrina sobre sexo y violencia doméstica", anunciaron la semana pasada. No hubo un partido político que no opinara sobre la pastoral publicada por la Conferencia Episcopal. Todos estaban en contra de las opiniones de la Iglesia sobre el maltrato a las mujeres, ese "fruto amargo" de la "revolución sexual", según los obispos. Pero, ¿qué es exactamente lo que la Iglesia quiere enseñar a los niños en la escuela mediante sus clases de Religión Católica? ¿Qué conceptos, qué ideas, qué doctrina, que no esté enseñando ya? El temario de los libros de Religión...

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Los obispos quieren llevar a la escuela su doctrina sobre sexo y violencia doméstica", anunciaron la semana pasada. No hubo un partido político que no opinara sobre la pastoral publicada por la Conferencia Episcopal. Todos estaban en contra de las opiniones de la Iglesia sobre el maltrato a las mujeres, ese "fruto amargo" de la "revolución sexual", según los obispos. Pero, ¿qué es exactamente lo que la Iglesia quiere enseñar a los niños en la escuela mediante sus clases de Religión Católica? ¿Qué conceptos, qué ideas, qué doctrina, que no esté enseñando ya? El temario de los libros de Religión Católica lo redacta la Conferencia Episcopal y los maestros los eligen los obispos. Sólo una cosa hace el Estado: pagar a esos docentes.

"No es fácil transmitir ya doctrina a los niños. Algunos tienen padres divorciados o sin casar"
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Lo que quieren es impartir un "programa de educación afectivo-sexual a partir de métodos suficientemente comprobados y con la supervisión del obispo". Eso, dicen, es "absolutamente necesario" para los colegios católicos, la mayoría de ellos subvencionados con fondos públicos. Pero además insisten en la necesidad de "extender esta enseñanza a los centros públicos". Pueden hacerlo, tienen profesores para ello y alrededor del 80% de los alumnos optan por la asignatura confesional en la escuela.

Pero, ¿no se hace ya? No es fácil que obtener la versión de los profesores de Religión. Y que se identifiquen con su nombre, imposible. Dicen que tienen miedo. Uno de ellos, al que llamaremos Ricard, ha contado a este periódico lo siguiente: "No es fácil transmitir ya doctrina a los niños. Algunos de ellos tienen padres divorciados, o sin casar. Y uno, que dijo ser homosexual, se enfadó mucho conmigo en una ocasión". Yo procuro contar cuál es la visión de la Iglesia sobre la homosexualidad, pero también les explico lo que responden los gays y, bueno, hago un debate en la clase. Pero, por supuesto, se les cuenta la doctrina católica y ahí se condena el divorcio, el aborto".

Explica Ricard que procuran verter en clase conocimientos sobre la religión pero que no son "misioneros ni evangelizadores y que hay muchas cosas difíciles de explicar hoy, como el celibato para los homosexuales o la adopción de niños que les niegan".

Ricard lleva una década como profesor de religión en secundaria, justo la etapa en que el temario comienzan a tratar asuntos como el "divorcio, la manipulación genética, la eutanasia, la pena de muerte" y otras cuestiones a las que la moralidad católica aplica su filtro.

También entre los profesores de religión cada maestrillo tiene su librillo y en esa variedad se conducen. Pero notan que cada vez están más atados. Lo notan, por ejemplo, en los libros de texto. "Se han vuelto más reaccionarios. Hace unos años hacia el final de los libros siempre había una parte amplia dedicada a la moral que se ha ido desinflando. Ahora son más reiterativos y más parecidos al catecismo, muy fijados en la religión y menos en la moral", dice uno de los docentes consultados.

Pero no es tanto en los contenidos como en las orientaciones que reciben los docentes donde se percibe esta involución. La diócesis reúne cada curso tres o cuatro veces a sus maestros y es en esas reuniones donde se observa con facilidad el "golpe de timón". "Mientras que hace unos años la Iglesia perseguía poner la asignatura de religión en pie de igualdad con el resto, desde hace un año se nos dice que no somos profesores como los otros, que tenemos que dar testimonio. La equiparación de catequesis con clase de religión se hace más estrecha. Ha cambiado el talante de quienes nos orientan. Si no somos como los demás podrán disponer mejor de nosotros, podrán echarnos cuando quieran. Pero si la asignatura no es como las demás, que la quiten", opina otro profesor. Dice que, tanto él como algunos de sus compañeros consideran que el adoctrinamiento no es lo suyo, que no pueden evaluar la fe, sólo los conocimientos.

Pero si los temarios están cambiando y "no son atractivos para los alumnos", se quedarán sin clientes porque la asignatura es optativa. Ahí, quizá, está la clave de las altas notas que los estudiantes obtienen tradicionalmente en religión. "Si un profesor es duro se queda sin alumnos y a la Iglesia eso no le interesa. Nos dicen que si nos quedamos sin horas no nos darán otro centro, aunque están obligados por ley. Lo primero que miran cuando evalúan tu tarea es cuántos alumnos tienes cada año".

DAVID AJA

Inspectores con sotana

Los profesores de religión no reciben solamente la visita del inspector que supervisa el trabajo de sus compañeros del centro. No. A ellos también les controla un inspector de la delegación diocesana. Ese cambio se produjo hace sólo dos años. "Suelen ir una vez por curso. Piden ver la programación, las reuniones del departamento y las actividades extraescolares, entre otras cosas. Molesta esa desconfianza. Parecen comisarios políticos, esto va en contra de la normalización de la asignatura y del profesorado", explica Ricard (nombre falso del profesor que ha accedido a hablar con este periódico).

La Iglesia valora las actividades extraescolares, pero, para su descontento, no son mayoritarias. "Es difícil decir a los chicos que ocupen el sábado en estas actividades. Una vez al año se organiza una excursión común de todos los alumnos de la diócesis. Siempre al mismo sitio. Allí va el obispo y algún ministro o ex ministro da una charla. La mañana es más dura, de rezos, reflexión, conferencia sobre un tema determinado. Es muy confesional".

Ricard está convencido de que hay "listas negras" y de que en ellas figuran, entre otros, los profesores que no pastorean a sus alumnos los sábados.

Ricard lamenta la "falta de respeto y consideración hacia los docentes" de la jerarquía eclesiástica. "A veces nos tratan como a peones y si algo no les gusta te recuerdan que pueden no proponerte como idóneo para ser elegido profesor. Eso ocurría antes con facilidad. Pero desde que salieron los despidos de profesores en la prensa, la cosa está algo más calmada...".

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