Reportaje:

El grito de los europeos más pobres

Las personas desfavorecidas de 16 países piden en Varsovia participar en la construcción de una "Europa de la dignidad para todos"

"¿Cómo vivir con dos hijos y 85 zloty (17 euros) al mes?", pregunta Stanislawa. Tras 25 años de trabajo, ha perdido empleo y salud. Vive con esa pensión por los niños y con las monedas que le dan los paseantes de la vieja Varsovia. En la capital polaca se han levantado torres de cristal y tiendas de lujo. Pero se ha disparado también la pobreza. Como en otros países del ex bloque comunista, la transición al capitalismo es una brecha insalvable para muchos.

Stanislawa se pone en pie para agradecer las limosnas. Situaciones como la suya, como la de la española Carmina Perdiz o el suizo Al...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

"¿Cómo vivir con dos hijos y 85 zloty (17 euros) al mes?", pregunta Stanislawa. Tras 25 años de trabajo, ha perdido empleo y salud. Vive con esa pensión por los niños y con las monedas que le dan los paseantes de la vieja Varsovia. En la capital polaca se han levantado torres de cristal y tiendas de lujo. Pero se ha disparado también la pobreza. Como en otros países del ex bloque comunista, la transición al capitalismo es una brecha insalvable para muchos.

Stanislawa se pone en pie para agradecer las limosnas. Situaciones como la suya, como la de la española Carmina Perdiz o el suizo Alfred Gillard, se discuten a escasa distancia, en la Universidad de Varsovia. Allí se celebra el encuentro Actores conjuntos de una Europa de la dignidad para todos, organizado por la ONG Movimiento Internacional Cuarto Mundo. Las delegaciones, integradas por víctimas de la exclusión, voluntarios y expertos, representan a 16 países: nueve de la Unión Europea (Bélgica, Alemania, España, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Italia y Reino Unido), cuatro que se incorporan el 1 de mayo (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia), Rusia, Rumania y Suiza. La reunión, iniciada con la consigna "nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer", concluyó ayer con una demanda: construir una Europa en la que se escuche a los más pobres. Existen. Y se sienten marginados.

Más información

En la próspera UE, unos 56 millones de personas (el 15% de la población) tienen ingresos inferiores al 60% de la media en cada país. En España, el 19% atraviesa esa situación. "Al contrario que en los países en desarrollo, en Europa los pobres son una minoría. Por eso se sienten más discriminados", dice Bruno Couder, uno de los responsables de Cuarto Mundo.

La falta de empleo abre la puerta de la pobreza. "Al perder el trabajo se pierde todo lo demás, como la vivienda", explica Álvaro Gil-Robles, comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa. "En Europa Occidental existen mecanismos de corrección, aunque son insuficientes, y se está generando una exclusión como nunca ha habido. En cambio, en Europa del Este hay que crear esos mecanismos y muchos aún no lo ven como una cuestión esencial", afirma.

"Creíamos que con la libertad sería más fácil ayudar a los pobres, pero resulta que la pobreza ha aumentado y prácticamente no hay ayudas sociales. Se antepone el desarrollo económico al social", explica Tomasz Sadowski, un psicólogo que desde 1989 está al frente de Barka, una ONG que facilita hogar a 750 personas. "En Polonia (38,9 millones de habitantes) existen tres millones de parados y los subsidios de desempleo son muy bajos, de unos 200 zloty (unos 40 euros) y sólo duran unos meses", dice. Según Eurostat, el paro afecta al 18,6% de la población y el porcentaje de personas con riesgo de pobreza iguala la media europea (15%). "Existen 200.000 personas sin hogar y sólo el 10% tiene una plaza en un alojamiento para pobres. La mayoría se refugia en las estaciones de tren, en los jardines, en casas de cartón... Cada año, 300 mueren de frío", añade.

"Polonia es un país en transformación y el cambio es difícil. Hay gente que no logra adaptarse. El Gobierno ya no facilita el trabajo y la vivienda. Encontrar un empleo es un milagro", puntualiza Elzbieta Kauch. Empleada en una estación de tren en Kielce (al sur de Varsovia), comenzó a ayudar a las personas sin hogar que se refugiaban en los andenes. Como Franek. "Pido que la policía me hable con respeto, que en el hospital no me digan que voy sucio, que la gente me sonría por la calle. Los pobres somos seres humanos", plantea este hombre de mediana edad.

El cambio de sistema también pasa factura social en Rusia. "Antes teníamos la nomenklatura, ahora tenemos los oligarcas. Antes la pobreza se escondía, ahora está a la vista", dice Julia Yvashkina, trabajadora social en San Petersburgo. Según el Banco Mundial, el número de pobres en la Europa del Este y la antigua URSS se multiplicó por 20 entre 1987 y 1998.

Grupo de delegados españoles en el encuentro de Cuarto Mundo celebrado en Varsovia.

Archivado En