Editorial:

Los nuevos españoles

Durante el año que acaba de irse se registraron 963.000 altas de trabajadores inmigrantes en la Seguridad Social, lo que significa que cerca del 6% de los cotizantes son extranjeros. Es uno de los datos ofrecidos ayer por el delegado para la Inmigración, Gonzalo Robles. Otro dato es que 92.000 inmigrantes ilegales fueron repatriados, la mayoría cuando trataban de entrar, aunque una cuarta parte de ellos tras algún tiempo viviendo en España sin papeles.

Hace diez años, la previsión de los demógrafos era que en 2040 la población española no superaría los 28,5 millones de habitantes, de lo...

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Durante el año que acaba de irse se registraron 963.000 altas de trabajadores inmigrantes en la Seguridad Social, lo que significa que cerca del 6% de los cotizantes son extranjeros. Es uno de los datos ofrecidos ayer por el delegado para la Inmigración, Gonzalo Robles. Otro dato es que 92.000 inmigrantes ilegales fueron repatriados, la mayoría cuando trataban de entrar, aunque una cuarta parte de ellos tras algún tiempo viviendo en España sin papeles.

Hace diez años, la previsión de los demógrafos era que en 2040 la población española no superaría los 28,5 millones de habitantes, de los que un tercio tendría más de 65 años. La fuerte inmigración producida desde entonces, y en particular en los últimos años, ha modificado las expectativas. El número de extranjeros residentes era de unos 540.000 en 1996 y no llegaba al millón el 1 de enero de 2000; hoy son 1,65 millones, el 4,7% de la población, y serán 4 millones al finalizar la primera década del siglo XXI. Marroquíes, con gran diferencia, seguidos por ecuatorianos y colombianos, forman los núcleos más numerosos. Llama la atención que los británicos residentes sean ya más de 100.000. Cataluña y Madrid, seguidas de Andalucía, son las comunidades con mayor número de extranjeros, y a diferencia de las olas migratorias interiores de fines del XIX y mediados del XX, los nuevos inmigrantes no comparten necesariamente religión e idioma; la España plural lo es ahora también, y sobre todo, en ese sentido.

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Pero lo que se veía como un problema es ahora visto más bien como una oportunidad, aunque no deje de plantear problemas: la integración escolar de los niños extranjeros (el 5% de los matriculados este curso), la convivencia intercultural en barrios y centros de trabajo, la reagrupación familiar, o la regulación de los sin papeles. Un 58% de los consultados en una encuesta reciente del CIS relaciona a los inmigrantes con inseguridad y un porcentaje mayor reconoce que se les trata con desconfianza, desprecio o agresividad. Pero el 53% piensa que en España hacen falta trabajadores extranjeros con contrato. La cuota anual la decide el Gobierno con criterios demasiado restrictivos, según los especialistas.

España es uno de los países con más alta esperanza de vida (76 años en 1993) y, con Italia, el de más baja tasa de natalidad del mundo. La combinación de ambos factores llevaría a una relación entre trabajadores activos y pasivos insostenible a medio plazo. De ahí la necesidad de una mano de obra joven como la que proporciona la inmigración; el futuro de España pasa por la integración de estos nuevos españoles.

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