Los 'novillos' de los diputados
A través de los medios de información hemos podido saber que el pasado día 16 de octubre de 2003 la "ausencia" (sin justificar) de cerca de un centenar de diputados ha impedido la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en materia de prisión preventiva.
Ante semejantes conductas, nada infrecuentes por cierto, nos preguntamos cómo es posible que tantas "señorías" incumplan con su mínimo deber (apretar un botón) en unas votaciones de la mayor importancia. El hecho, en todo caso, califica a tales "señorías" y pone sobradamente de manifiesto la "utilidad" real de estos personajes. Clar...
A través de los medios de información hemos podido saber que el pasado día 16 de octubre de 2003 la "ausencia" (sin justificar) de cerca de un centenar de diputados ha impedido la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en materia de prisión preventiva.
Ante semejantes conductas, nada infrecuentes por cierto, nos preguntamos cómo es posible que tantas "señorías" incumplan con su mínimo deber (apretar un botón) en unas votaciones de la mayor importancia. El hecho, en todo caso, califica a tales "señorías" y pone sobradamente de manifiesto la "utilidad" real de estos personajes. Claro que, si juzgamos el fenómeno por lo que se ve en un programa de televisión que nos brinda imágenes del Congreso en sus sesiones de trabajo, no deberíamos sorprendernos, porque lo habitual es ver un casi desierto hemiciclo al que muy contadas presencias libran de la desolación más absoluta.
A la vista de todo esto, no cabe más que escandalizarse por el despilfarro que, también por esta vía, se hace con nuestros impuestos para atender la nómina de tanta y tan impresentable poltronería. Socialmente y por comparación, parece un cruel escarnio que el salario mínimo profesional sea tan bajo a cambio de un esfuerzo máximo y que el salario de muchos diputados sea tan alto a cambio de un esfuerzo mínimo, a veces inexistente.
En el citado Congreso se habla de las derechas y las izquierdas, y es lástima, porque, si se hablara de trabajadores y gandules, veríamos que los segundos gozan de una impresionante mayoría absoluta. Así nos va.