Reportaje:

Un día en la vía

La Junta estrena en La Puebla del Río (Sevilla) la primera vía paisajística, donde coinciden coches, ciclistas, pinos y culebras

Felipe Cabello tiene el pelo de punta, unas gafas que se le escurren nariz abajo y la sensación de que ya nada es igual. Felipe Cabello, nacido en La Puebla del Río (10.600 habitantes, Sevilla) hace 50 años, vio ayer cómo los 10 kilómetros de baches que desde pequeño usaba para ir a Aznalcázar (3.500 habitantes) se convertían en la primera vía paisajística de Andalucía. Cabello conoce de siempre qué son los baches, pero no sabía que una vía paisajística es la que "compatibiliza el tránsito rodado con la preservación de los valores naturales de la zona", según la Consejería de Medio Ambiente de...

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Felipe Cabello tiene el pelo de punta, unas gafas que se le escurren nariz abajo y la sensación de que ya nada es igual. Felipe Cabello, nacido en La Puebla del Río (10.600 habitantes, Sevilla) hace 50 años, vio ayer cómo los 10 kilómetros de baches que desde pequeño usaba para ir a Aznalcázar (3.500 habitantes) se convertían en la primera vía paisajística de Andalucía. Cabello conoce de siempre qué son los baches, pero no sabía que una vía paisajística es la que "compatibiliza el tránsito rodado con la preservación de los valores naturales de la zona", según la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, responsable del proyecto.

El camino está a 25 kilómetros al suroeste de Sevilla, cerca de Doñana. Sus 10 kilómetros discurren entre 3.500 hectáreas de pinos, encinas y acebuches (hay algún alcornoque despistado y bastantes eucaliptos que aún no han sido eliminados). Además, en la zona se esconden conejos, jinetas, meloncillos (un pequeño carnívoro diurno), perdices, y culebras, muchas culebras. Javier Cobo

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, jefe del servicio del Medio Natural de la Junta en Sevilla, completa el repaso a la fauna: "Hay más de 400 nidos de rapaces, como el milano negro o el águila culebrera".

Para que la convivencia entre coches, ciclistas y animales sea posible fuera del papel, la Junta ha minado la vía con badenes cada 100 metros. En la práctica, los túmulos impiden superar los 40 kilómetros por hora. También ha instalado tres pasos bajo la vía para los anfibios de la zona y ha colocado unos reflectantes que proyectan la luz de los faros de los coches hacia el bosque. La idea es que las luces alerten de la presencia de los coches a los incautos animales que pretenden cruzar.

En los últimos siete años, dos linces han muerto atropellados en carreteras de la zona, según Cobo. En las cercanías de la vía los biólogos han detectado un lince.

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La inversión ha sido de 700.000 euros, según la Junta. Los camiones tienen prohibido el paso.

Junto a la vía hay mesas para comer, salidas a un carril de cicloturismo y un "itinerario botánico" donde están clasificadas las plantas. El camino es corto para todo un día, pero junto a la entrada por La Puebla del Río se puede visitar uno de los mayores arrozales de Europa. Allí acuden cada año miles de flamencos, patos y hay más de 200 cigüeñas que vuelan majestuosas. A cuatro kilómetros en dirección hacia Sevilla se puede visitar la Cañada de los Pájaros, una reserva en la que hay 200 especies de aves. La entrada cuesta seis euros para los adultos y cuatro para los niños.

La Consejería de Medio Ambiente prevé que cada fin de semana se acerquen al lugar unos 2.700 coches. Ayer había muy poca gente. Apenas tres ariscos peregrinos camino de El Rocío, algún que otro tractor y Daniel Lama, un estudiante de empresariales de 23 años que cada fin de semana recorre la zona en su bicicleta de montaña. Con la respiración entrecortada afirma que el asfalto ha mejorado el camino, aunque los badenes le duelen: "Antes era un patatal y estaba lleno de chavales del pueblo que se dedicaban a hacer carreras de motos y coches".

Cabello reconoce que muchos jóvenes de los pueblos "se dedicaban a perseguir conejos con los coches". Y añade: "Ahora, con los badenes, el que quiera correr va a salir volando". Este ex empleado de Astilleros augura que el progreso no va a acabar con una vieja costumbre local. Los jóvenes, generalmente en pareja, aparcan junto al camino y, en el mismo coche, se entregan al amor. Cabello no lo dijo con estas palabras, pero casi.

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