Editorial:

El triángulo de TVE

El coste faraónico que exige el mantenimiento de la radiotelevisión pública -con una deuda reconocida en el presupuesto de 2004 de 6.600 millones de euros- no es el único problema que arrastra RTVE. La Comisión Europea acaba de exigir al Gobierno que ponga término a la abusiva costumbre, contraria a la legislación comunitaria sobre ayudas públicas, de conceder al Ente Público avales ilimitados que le permiten beneficiarse en la financiación de su colosal deuda en condiciones muy ventajosas. Como el Estado no quiebra, su garantía permite a RTVE aumentar su deuda, en teoría sin límites, lo que g...

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El coste faraónico que exige el mantenimiento de la radiotelevisión pública -con una deuda reconocida en el presupuesto de 2004 de 6.600 millones de euros- no es el único problema que arrastra RTVE. La Comisión Europea acaba de exigir al Gobierno que ponga término a la abusiva costumbre, contraria a la legislación comunitaria sobre ayudas públicas, de conceder al Ente Público avales ilimitados que le permiten beneficiarse en la financiación de su colosal deuda en condiciones muy ventajosas. Como el Estado no quiebra, su garantía permite a RTVE aumentar su deuda, en teoría sin límites, lo que genera una bola de nieve que en cualquier momento puede arrollar a las cuentas públicas y dañar la supuesta estabilidad presupuestaria.

La peligrosa financiación de RTVE se fundamenta en el hecho de que los avales concedidos por los Estados no generan deuda y déficit a efectos contables. Así puede mantener la bandera del déficit cero al mismo tiempo que crece la bola. La reconvención pública del Comisario de la Competencia se fundamenta precisamente en un comportamiento contrario a las normas de competencia. Una cosa es que el Estado pueda y deba subvencionar el coste de mantenimiento de un servicio público como RTVE y otra muy distinta que con su garantía ilimitada pueda encontrar financiación para competir con otros grupos que tienen que desempeñarse en condiciones de mercado. Y ello en una televisión que compite a todos los efectos en el mercado publicitario.

El correctivo de la Comisión es otra llamada de atención al Gobierno español para que cambie el modelo de televisión pública, racionalice su financiación e intente acabar de una vez por todas con su mezcla de sectarismo informativo, apoteosis de la telebasura y déficit incontenible. Debería ser una prioridad política borrar la deplorable impresión de que este Gobierno está muy cómodo en ese triángulo infame.

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